Día Mundial de las personas refugiadas. 20 de junio.

Imagen: Priscilla Du Preez

El 20 de junio se celebra el Día Mundial del/a Refugiado/a[1] con el objetivo de visibilizar y rendir homenaje a las personas refugiadas y desplazadas de todo el mundo. Desde Nara Psicología también queremos honrar el coraje, fuerza y valentía de todas las personas que se ven obligadas a migrar de su país de origen y poner en valor su resiliencia al reconstruir su vida en un nuevo lugar.

Las personas que se ven obligadas a migrar, han sido víctimas en primera persona de conflictos armados, amenazas o violencia, por lo que presentan fundados temores de volver a sufrir persecuciones por motivos de raza, género, orientación sexual, religión, opiniones políticas o pertenencia a un determinado grupo social.

Las personas refugiadas también presentan gran capacidad de resiliencia, es decir, de sobreponerse a las situaciones extremas que han vivido, sin embargo, existen varios factores que pueden afectar a su salud.

En primer lugar, el duelo migratorio puede afectar a todas las personas que migran de su país de origen. Además, presenta ciertas peculiaridades como su parcialidad (debido a que no es definitiva la pérdida), su recurrencia (se evidencia en la fantasía del retorno) y su multiplicidad, es decir, se dan siete duelos al mismo tiempo (Achotegui, 2000):

  1. Duelo por la familia y amigos: separación y pérdida de los vínculos afectivos.
  2. Pérdida de la lengua: esfuerzo en el aprendizaje, comprensión y comunicación de un idioma nuevo. Pérdida de las frases hechas culturales, del humor, etc.
  3. La cultura: actitudes y concepciones acerca del mundo, formas de comportarse, costumbres, religión, valores.
  4. La tierra: despedida de paisajes, luminosidad, colores, olores, humedad, el cambio de un espacio rural a un espacio urbano.
  5. El estatus social: situación administrativa (regular o irregular), realizar un trabajo diferente a tu formación, vivienda en peores condiciones, menor acceso a oportunidades o menor libertad de elección.
  6. El contacto con el grupo de pertenencia étnico o nacional: hace referencia a la xenofobia sufrida, prejuicios y racismo.
  7. Los riesgos para la integridad física: debido a la extrema precariedad económica, el tipo de trabajo que realizan y que se relaciona con sus condiciones de vida. Asimismo, pueden sufrir agresiones racistas y ser detenidos por encontrarse en situación irregular siendo encerrados y privados de libertad en donde pueden ser devueltos a un lugar que posiblemente no sea su país de origen y tengan que comenzar de nuevo el periplo migratorio.

Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado[2], la gran mayoría de las personas que son atendidas han sufrido experiencias traumáticas en sus países de origen, así como detenciones, torturas, abusos, violaciones y agresiones durante el trayecto migratorio por lo que pueden experimentar sintomatología relacionada con estrés postraumático como pesadillas, somatizaciones, cefaleas, apatía, desesperanza, frustración, altos niveles de hipervigilancia, etc.

Asimismo, en las personas en situación de refugio, debido a la incertidumbre relacionada con los procesos administrativos en los cuales puede ser denegada su solicitud de asilo, aumentan síntomas como la ansiedad, mientras disminuye la percepción de control sobre sus vidas, y perciben el estancamiento de sus proyectos. La denegación de su petición de asilo también se vive como una nueva crisis, debido a que no reciben validación de su experiencia e historia traumática, rompiendo así la creencia de justicia basada en los derechos humanos que Europa supone defender.

Las mujeres se encuentran en situaciones de mayor riesgo debido a la violencia de género transcultural ejercida contra ellas[3]. CEAR informa que en el año 2017 atendió a mujeres que habían sido víctimas de violencia sexual durante el tránsito migratorio. Según un estudio de Naciones Unidas[4], una de cada cinco mujeres desplazadas o refugiadas fueron víctimas de violencia sexual así como tienen más probabilidades de ser captadas para la trata de personas con fines de explotación sexual. Una vez en el país de residencia, los trabajos de interna son ocupados en su mayoría por mujeres dedicándose al trabajo doméstico y de cuidados en donde sus derechos tienen un mayor riesgo de ser vulnerados[5].

Estas situaciones de violencia pueden afectar a la salud mental de las personas en situación de refugio o desplazamiento forzoso, por este motivo, la Directiva 2013/33/UE del Parlamento Europeo y del Consejo obliga a los Estados Miembros a garantizar la salud física y psicológica de estas.

Del mismo modo, debido a la disminución del apoyo social y comunitario relacionado con la pandemia, ACNUR instó en 2020 a los Estados a priorizar la salud mental como respuesta en la atención a las personas refugiadas y desplazadas[6]

Bibliografía:

ACHOTEGUI, J (2000). Los duelos de la migración: una perspectiva psicopatológica y psicosocial. En Medicina y cultura. E. Perdiguero y J. M. Comelles (comp.), pág. 88- 100. Editorial Bellaterra. Barcelona.

[1] https://www.acnur.org/dia-mundial-del-refugiado.html

[2] https://www.cear.es/la-salud-mental-de-los-refugiados-como-superar-el-duelo-migratorio/

[3] https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/facts-and-figures

[4] https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/women-refugees-and-migrants

[5] https://migrationdataportal.org/es/themes/genero-y-migracion

[6] https://www.acnur.org/noticias/press/2020/5/5ebd55c14/acnur-insta-a-priorizar-la-salud-mental-en-la-respuesta-ante-el-coronavirus.html

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