Desconfinamiento y agorafobia

Tras más de ocho semanas de protección en casa ante la situación de emergencia sanitaria, comienzan las fases de desescalada que todas y todos hemos podido conocer tras su presentación por parte de las autoridades políticas y sanitarias.

En la actualidad, continuamos enfrentándonos a una situación que no hemos conocido previamente por lo que es completamente normal sentir miedo, ansiedad y preocupación, ya que estas emociones podemos sentirlas todas las personas en una situación que puede suponer una situación de peligro y/o incertidumbre para nosotras.

Al inicio del confinamiento, muchas personas pudieron presentar diferentes dificultades para adaptarse a dicha situación y ahora puede ocurrir algo similar para comenzar a recuperar rutinas saliendo poco a poco de casa. Es el momento en el que podemos iniciar el proceso inverso e ir incorporando pequeñas rutinas y actividades.

Habitualmente, en nuestro día a día, el sistema límbico de nuestro cerebro se encarga de detectar las posibles amenazas o peligros a nuestro alrededor para protegernos. Ahora somos conscientes de las diferentes situaciones a las que las personas podemos vernos expuestas y los riesgos presentes; y el miedo que lleva asociado es completamente adaptativo. Tener miedo es legítimo.

El desconfinamiento puede hacer aparecer en algunas personas, o reaparecer en aquellas que presentaban dificultades previas a la cuarentena, algunos temores relacionados con la exposición a espacios exteriores y situaciones sociales. Aunque pueda parecer complicado al principio, volver a realizar actividades nos permitirá retomar el ritmo y superar miedos. Las personas somos capaces de evolucionar constantemente, de adaptarnos y readaptarnos a los cambios.

Al comienzo del periodo de confinamiento, todas las personas pudimos experimentar problemas de ansiedad. La ansiedad ha sido parte de la experiencia humana desde hace muchísimos años, llegando a ser esencial para la supervivencia y nos ha motivado a evolucionar. La ansiedad es una respuesta adaptativa y, dentro de un rango manejable, es una emoción natural que nos prepara para el peligro y nos permite enfrentarnos a las situaciones de estrés.

Esta situación pudo llegar a ser más compleja para aquellas que previamente ya tenían dichas dificultades. Por ejemplo, para aquellas que presentaban agorafobia, el confinamiento pudo suponer un alivio temporal de los miedos y la ansiedad que experimentaban: espacios públicos, multitudes y situaciones en las que es difícil escapar a un lugar seguro (como el hogar); teniendo miedo al miedo.

A la hora de enfrentarse a las diferentes fases del desconfinamiento, lo más positivo es realizar una aproximación de forma gradual a las diferentes situaciones que provocan ansiedad.  Por ello, se puede prever el modo de superarlo y aceptar que es posible experimentar algo de miedo sin asustarse llegando a evitar la situación por ello. Esta emoción nos ayudará a ser cautas y cautos, a seguir las medidas recomendadas; y poco a poco irá disminuyendo. Este es un punto clave.

Para las personas que tienen agorafobia el miedo experimentado en este tipo de situaciones es desadaptativo ya que la relación entre el malestar experimentado y los estímulos temidos no es proporcional. En el caso de aquellas y aquellos que ya presentaban este tipo de dificultades es de vital importancia diferenciar entre los temores asociados con la agorafobia y los temores a estímulos “objetivamente peligrosos” relacionados con la situación excepcional que estamos viviendo a nivel global y a la que no nos habíamos enfrentado antes.

La ansiedad asociada a la agorafobia puede provocar depresión y vergüenza; y para las personas que viven con ella existe un nivel mayor de dificultad ya que el miedo les susurra que para evitar esas situaciones de ansiedad se queden en casa y, durante estas semanas la realidad a la que todas y todos nos enfrentábamos nos ha obligado a hacerlo; pero la recuperación de la agorafobia implica que puedas salir de ese “lugar seguro” y enfrentarte a esas situaciones temidas progresivamente valorando positivamente todo aquello que cada persona es capaz de hacer.

Si tienes dificultades, sería beneficioso seguir una serie de pasos para comenzar:

  1. Enfréntate a diario al menos a una situación de las que te producen miedo. Es un entrenamiento y cada persona tiene su propio ritmo.
  2. Empieza por las situaciones que sean más sencillas. A medida que consigas hacerlo irás cogiendo confianza y podrás hacer frente a aquellas que te cuesten más.
  3. Probablemente sientas miedo, pero no olvides que tu meta es hacer frente a esas sensaciones en vez de que éstas te paralicen.
  4. Habla de lo que te pasa con tus familiares y tus amistades, comparte lo que estás sintiendo. No olvides que, para poder superarlo, puedes solicitar ayuda psicológica. No estás sola o solo.

Laura Rodríguez-Mondragón

Psicóloga en Nara Psicología

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