Desde hace unos días escuchamos una palabra, que la mayoría, no habíamos utilizado jamás: DESESCALADA.
La famosa desescalada que nos va a ir pautando la forma de ir saliendo poco a poco del confinamiento. Un confinamiento que a muchas personas empieza a hacérsenos largo. Prueba de ello son las 741.407 multas por violar el confinamiento que han sido puestas desde que se decretó el estado de alarma o las 157 personas adultas detenidas el primer día de permiso de paseo con menores.
Es cierto que el momento de máxima ansiedad e intranquilidad que vivimos a los pocos días de comenzar la cuarentena quedó atrás, dando paso a una calma tensa en la que nos hemos habituado a esta nueva situación pero que de mantenerse demasiado irá mermando las capacidades de autogestión de la población.
Afortunadamente, tenemos ya aquí las fases para la desescalada que nos dan un soplo de aire fresco y nos permiten ver la luz al final del túnel. Simplemente con tener presente una posible fecha de finalización nos da una buena sensación de desahogo, unido a ver que el trabajo de todos y todas está sirviendo de mucho, da fuerzas para este ultimo esfuerzo mientras vamos recuperando la normalidad poco a poco.
Sin embargo, debemos tener presente que, aunque vayamos pudiendo salir poco a poco, recuperando la actividad laboral poco a poco, encontrándonos con seres queridos poco a poco, no vamos a volver a la normalidad pre-COVID19.
Va a hacerse fundamental mentalizarse y comprender que volvemos a una nueva normalidad, similar en algunos casos a como vivíamos pre-confinamiento, pero también muy distinta en otros aspectos.
Acostumbrándonos a la nueva realidad
Lo primero que se nos va a hacer extraño es el uso extendido de mascarillas y guantes que tiñe la atmosfera de un aura postapocalíptica que tanto hemos visto en series y películas de televisión.
En el caso de mascarillas y guantes ya llevamos parte aprendido y nos vamos acostumbrando a verlas a la hora de, por ejemplo, hacer la compra. No obstante, no dejará de chocarnos cuando tengamos que usarlas día a día para viajar en metro, etc.
Es importantísimo hacer uso de estas medidas de protección valorando también de antemano que nos impedirán “olvidar” la situación de la que venimos, manteniendo parte del miedo al contagio simplemente por ser tan patentes y sobresalientes. Desde aquí tenemos que recordarnos que estamos superando la crisis y que con todas estas medidas seguimos en la dirección correcta para evitar que se nos dispare el miedo.
Por otro lado también es muy posible que nos extrañe, cuando nos reencontremos, la mal denominada distancia social, pues como bien decía Beatriz González López-Valcárcel, experta en economía de la salud, “tenemos que apartar el concepto de distancia social, que es erróneo, y cambiarlo por distancia física”, ya que la distancia social, de hecho, en muchos casos se ha acortado durante el confinamiento. Estamos más en contacto con la gente que nos importa, aunque sea de forma virtual. Ha sido muy habitual, incluso, que hablemos con personas con las que normalmente tenemos poco contacto. Y es sin embargo una distancia física la que tenemos que mantener.
Una distancia que, de entrada, nos choca. Se hace raro acercarte a las personas y que éstas puedan dar simultáneamente un paso atrás como en una extraña coreografía de baile. De nuevo, tener esto en cuenta y haber valorado que las distancias que describe la proxémica han cambiado, nos ayudará no sentir desasosiego cuando sucedan estas situaciones.
Otro cambio importante va a ser los aforos de los lugares. Tendremos que ir acostumbrándonos a locales medio vacíos, tener que esperar o que reservar con antelación para esa ansiada cena fuera de casa.
Así como pasar de pensar en celebraciones, como bodas multitudinarias a pequeñas celebraciones más íntimas con menor número de participantes.
Tendremos también, que seguir acostumbrándonos al teletrabajo, practica mucho más extendida en otros países, pero que aún se nos resiste y que presenta su propias características y dificultades. Como pueda ser la conciliación y la tendencia a trabajar sin horarios, rutinas o autocuidados. Nos toca seguir aprendiendo sobre la marcha a armonizar nuestra vida personal y laboral ahora que comparten el mismo espacio físico.
De igual modo sucede con la educación online, un reto para nuestros y nuestras jóvenes que ven puesta a prueba su fuerza de voluntad para sentarse ante una pantalla, estudiar y preparar temarios con menos apoyos externos como son docentes o la necesidad de ir a un aula.
Y, por último, el miedo que nos acompaña a todos y todas, y en especial a personas mayores por ser mas vulnerables, a dar pasos atrás y volver a la casilla de salida. Ese miedo va a estar presente y nos sobrepondremos a él manteniéndonos en activo, siguiendo las recomendaciones sanitarias, apoyándonos en las personas que tenemos alrededor, compartiendo lo que sentimos sin tratar de reprimirlo y recurriendo a la ayuda profesional, en caso de ser necesario.
En definitiva, algunas cosas van a ser muy distintas en esta nueva normalidad y haber reflexionado sobre ellas de antemano y comprender bien su razón de ser nos permitirán escapar, al menos en parte, del desasosiego y la angustia que nos podrían suponer.
Dándonos unos instantes para valorar la nueva realidad, podremos adaptarnos mucho mejor a ella y continuar con nuestras vidas siendo felices y sacando siempre aprendizajes de los momentos complicados.
¡Feliz desescalada!
Jorge Moreno – Psicólogo de Nara psicología