Luces y sombras del acoso escolar

El pasado 5 de noviembre se celebró el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, una lacra que desgraciadamente sigue presente en el ámbito escolar. “Uno de cada tres adolescentes (35,5%) conoce algún caso de acoso de clase” según el informe La opinión de los estudiantes’, realizado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR.

Sin embargo no todo es negativo, este mismo informe pone de manifiesto cómo la concienciación va aumentando en la medida de que se visibiliza y se pone sobre la mesa como tema a tratar. Así, la práctica totalidad de estudiantes (95,1%) que participaron en el estudio reconocen el acoso escolar o bullying como forma de maltrato. 

Cuando hablamos de acoso escolar nos surgen varias dudas. En este artículo trataremos de abordar qué es y cómo acabar con él. Para en un futuro artículo reflexionar acerca de cómo prevenir el acoso escolar desde educar en no acosar. 

Entonces, ¿qué es el acoso escolar o bullying?

Existen múltiples definiciones de diversa autoría, pero yo me voy a quedar con la que vienen dando alumnos y alumnas de institutos en los que intervenimos realizando talleres de prevención de violencia y acoso.

Ellos y ellas ponen la clave en que es un maltrato, del tipo que sea, que se mantiene en el tiempo (no un conflicto puntual) en el que una persona, por distintas razones (muchas personas vs una, mayores vs jóvenes, populares vs no populares…), se ve convertida en víctima, sufriendo una situación de la que es casi imposible escapar por sí misma.

Una vez definido el acoso escolar de forma general, el alumnado también tiene claro que hay distintos tipos o formas de acosar a alguien. Por supuesto, siempre aparecen los más visibles:

  • Físico: en forma de golpes, empujones…
  • Verbal: insultos, motes, vaciles…
  • Sexual: como comentarios, tocamientos, presiones para realizar cosas que no se quieren hacer, abuso sexual…
  • Psicológico: como una mezcla de los anteriores que acaba minando la autoestima de la persona acosada, con intimidaciones, manipulación…
  • Ciberbullying: el acoso a través de medios digitales, redes sociales, mensajes…

Pero en ocasiones se olvida uno, mucho menos visible pero devastador para la persona que lo sufre:

  • Social: tiene que ver con la exclusión, con dejar a alguien de lado sin permitir que forme parte del grupo y se relacione con el resto.

Es quizás esta parte la que aún falta por visibilizar, ya que el mencionado informe ‘La opinión de los estudiantes’, el estudio Yo a eso no juego de Save The Children y el informe Los niños y las niñas en la brecha digital de España de UNICEF nos muestran los siguientes datos en referencia a la percepción de los tipos de acoso:

  • Agresión más habitual, los insultos y motes en un 79,8%.
  • Violencia o acoso sexual online en el 42,6% de las chicas y un 35,9% de los chicos.
  • Seguidos de empujones, collejas y escupitajos en un 38,8%.
  • Y golpes y patadas en 29,5%.
  • Así como ciberbullying en el 6,9% en los 6 meses previos al estudio.

La parte de la exclusión ni siquiera aparece en los datos. Sería importante empezar a visibilizar más esta forma de acoso ya que la exclusión en la etapa adolescente, en la que el grupo de iguales cobra especial relevancia, hace de esta forma de acosar una de las más peligrosas. Y lo es más aun debido a que es prácticamente invisible, no se ve como un puñetazo ni se escucha como un insulto.

Y visto esto, ¿cómo paramos el acoso escolar?

En mi opinión, y retomando la definición de acoso escolar, la última parte referente a la vulnerabilidad en la que se encuentra la persona acosada, que va a impedir o dificultar muchísimo el que pueda salir por si misma de esta situación, es la que va a marcar la diferencia a la hora de resolver el acoso escolar.

Desde ahí, más que lo que pueda hacer la víctima (que también es importante), nos va a interesar lo que pueden hacer los y las espectadoras, todas aquellas personas que ven las situaciones de acoso y que deben decidir posicionarse en 3 escenarios:

  • Ponerse de parte de la persona que acosa y sumarse al acoso, bien participando directamente, alentándolo, riéndose…
  • Ignorar, esto no va conmigo y me mantengo al margen.
  • Ponerse de parte de la persona acosada, tratando de ayudar a que salga de esa situación, defendiendo, diciendo que pare, negando atención y reforzamiento social a quien agrede…

Cerramos con un mensaje alentador del informe ‘La opinión de los estudiantes’ en el que se recoge como a día de hoy el alumnado tiene claro “que para detener el acoso hay que unirse y decirle al agresor que pare (79,2%) o decírselo a un profesor o adulto (77,8%). Estas son las dos opciones más habituales y valoradas, que han crecido en este nuevo estudio como opciones reconocidas por el alumnado para frenar el acoso escolar con respecto al informe anterior.”

Jorge Moreno – Psicólogo de Nara psicología

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