El Orgasmo Femenino.

Cada 8 de agosto se celebra, a nivel mundial, el día del orgasmo femenino. El origen de esta fecha se remonta al año 2006 en Esperantina, Brasil, cuando se impulsó una ley para defender el placer sexual en las mujeres, estudiarlo y abordarlo como una cuestión de salud pública.
Desde Nara Psicología nos queremos hacer eco de esta conmemoración con el fin de formular preguntas y reflexiones que nos ayuden a seguir repensando sobre el orgasmo femenino.
Hablar de orgasmo femenino es hablar de la sexualidad en las personas leídas como mujeres. La triada mujer-sexo-orgasmo ha sido silenciada a lo largo de la historia, volviéndose más ruidosa con el paso del tiempo, pero que aún hoy sigue sufriendo la sordera de cierta parte de la población.
 
Educación sexual femenina vs masculina (porno vs vibradores):
Utilizando la prueba de los 100 metros lisos en atletismo como metáfora sobre la sexualidad, podemos observar ciertas diferencias entre el recorrido que van a transitar ambos géneros (*en este artículo nos remitiremos a tratar el género como un constructo binario, aunque contemplemos identidades que rompen estos dualismos).
Vivimos en una sociedad hipersexualizada en la que se habla de sexo para vender una pizza a las cuatro de la tarde. Esta hipersexualización afecta tanto a las personas leídas como hombres como a las leídas como mujeres, que sufren la presión de descubrir su sexualidad en un tiempo récord, cuanto antes mejor, no sea que se queden atrás en la prueba y puedan ser penalizadas. Si este descubrimiento es acompañada/o de otra persona, mayor puntuación de la prueba. Aquí, cabe preguntarse qué consecuencias traería a una persona quedarse atrás en esa carrera, o llegar la última.
Desde una mirada a lo educacional, el enfoque que aporta el porno como recurso pedagógico, especialmente a los hombres, parece seguir siendo imprescindible para entender el placer del cuerpo masculino y sus imaginarios. Además, los órganos sexuales masculinos “están fuera” (dicho popular), por lo que es más fácil acceder a ellos y que se produzcan las primeras conductas exploratorias, etc. Cuántas veces hemos oído “Es normal que los niños comiencen a reconocer sus genitales antes que las niñas”, porque, nuestros clítoris ¿son agujas en un pajar? ¿No es un órgano externo también? ¿Desde dónde estamos hablando cuando decimos que los genitales masculinos son externos y los femeninos internos? Puede existir cierto sesgo coitocentrista en que la vagina se plantee como único órgano proveedor de placer en las mujeres, obviando el resto de su fisionomía, y este sesgo vemos que puede comenzar a actuar desde edades muy tempranas.
Las mujeres tradicionalmente “no ven porno” (hay muchas que sí). Cabría preguntarse también el por qué no lo hacen, o no tanto como los hombres.
En general, cuando una adolescente quiere conocer mejor su sexualidad, es a través de conversaciones con amigas en las que se oyen frases como “tía, yo me meto los dedos y no siento nada, me he dado por vencida”. El coitocentrismo vuelve a ejercer su influjo, acompañado del peso de la heteronorma. Si no sientes placer con una mera penetración, algo está fallando. Comienza a generarse estigma sobre las mujeres que no son capaces de sentir nada a través de la penetración. ¿Estaré enferma? Muchas, ciertamente abandonan su autoconocimiento con la esperanza de que cuando tengan una pareja sea ésta la que le ayude a conocer mejor su cuerpo.
Si esa chica es heterosexual, probablemente el chico con el que tenga sus primeras experiencias esté igualmente educado desde una perspectiva androcéntrica donde él debe hacer esfuerzos por “no correrse y aguantar” durante el coito (carrera de fondo), porque eso facilitará el orgasmo de su partenier. “Ella, que me diga lo que le gusta”.
Esto me hace repensar sobre estos diálogos que ya hemos interiorizado y validado como “normales”:
¿Las mujeres preguntamos a los hombres qué les gusta en la cama tanto como ellos a nosotras? ¿Por qué seguimos valorando como “grandes amantes” a aquellos compañeros que se toman el interés por preguntárnoslo? ¿Acaso no deberían saberlo ya?
Finalmente, las mujeres acabamos haciendo uso de vibradores que nos ayudan a examinar mejor nuestro cuerpo. Utilizo la palabra “examinar” porque, antes de estas primeras incursiones, muchas mujeres pueden padecer angustia frente a la pregunta; “Y si no llego?” y vivir esta experiencia como un ejercicio de validación, un examen que debe aprobar (circula sobre su cabeza los fantasmas de “esas mujeres que nunca lo consiguen”) . ¿Por qué ese miedo no lo padecen igual los hombres? Esto nos puede hacer meditar sobre las exigencias que recaen sobre un género y otro en cuestiones de sexualidad.
 
El orgasmo más veloz.
Desde hace varias generaciones, las mujeres toman conciencia de la importancia de conocerse a sí mismas y de agenciarse la capacidad de satisfacerse sexualmente. En los últimos años, parece que existiera una competición por conseguir esta satisfacción lo antes posible. Imitando modelos capitalistas neoliberales, “Lo quiero y lo quiero ya!”(el mejor ejemplo de esto, el satisfyer, un instrumento con el que podemos ganar esos 100 metros lisos con mejores marcas que Usain Bolt). Y nos sentimos empoderadas…
¿Por qué tenemos tanta prisa? ¿Ha determinado en alguna manera nuestra sexualidad la observación de nuestros compañeros masculinos? ¿Es la masturbación femenina un intento de mímesis de la masturbación masculina? ¿Sobre qué modelos planteamos nuestra sexualidad las mujeres? Los preliminares tal y como se entienden hoy por hoy en un encuentro sexual entre un hombre y una mujer ¿podrían considerarse el ejercicio de calentamiento de un atleta antes de la carrera? ¿Si calentamos más, más rápido llegaré a la meta?
Documentación sobre sexualidad femenina.
En los libros que utilizábamos para estudiar sexualidad durante la carrera, hubo algo que me llamó poderosamente la atención. Varias hojas hablando del orgasmo masculino, explicado con detenimiento desde un punto de vista anatómico, químico, neurológico, etc… vs un párrafo destinado a explicar el orgasmo femenino. No aparecía ningún contenido que hablase de orgasmos múltiples, nada de squirting (eyaculación femenina), muy poco sobre la función del clítoris y sí mucho sobre la vagina como si ésta conformara toda nuestra vulva.
También me llamó la atención que las personas que hablaban sobre orgasmos femeninos eran hombres. Creo que esta realidad ha cambiado sustancialmente en la actualidad.
Al final, la pregunta que se me venía entonces a la cabeza era ¿Está igual de valorado el orgasmo femenino que el masculino socialmente? ¿Por qué tiene menos espacio en circuitos educativos? Desde disciplinas como la etología se estudia el orgasmo femenino como un agente más que cumple una función en la procreación, pero el que verdaderamente no puede fallar es el masculino (con eyaculación), porque es el que contiene los gametos (espermatozoides) que facilitan la reproducción. Una mujer puede concebir, habiendo experimentado un orgasmo en el coito o no.
Sigo preguntándome si no quedan flecos de esta devaluación científica hacia el orgasmo femenino en el momento presente. ¿Qué interés promueve el orgasmo femenino para las y los profesionales que lo estudian? Lo analizan desde un enfoque relacionado con la salud (es una analgésico natural, antidepresivo, etc…) o lo estudian con fines comerciales para que las mujeres sigamos consumiendo? ¿Por qué 8 de cada 10 consumidoras de juguetes eróticos son mujeres? Si existiera una educación sexual eficiente y equitativa con ambos géneros, ¿esta brecha de consumo sería tan evidente? ¿Consumiríamos las mujeres tantos juguetes eróticos?
 
¿Y si no tengo orgasmos?
¿Cómo le afecta a la autoestima de una mujer la dificultad o incapacidad para llegar al orgasmo? ¿Y a su relación sentimental? ¿Le afecta igual si es heterosexual o lesbiana? ¿Siguen existiendo mujeres que fingen orgasmos? ¿Qué hay detrás de este teatro?
Desde la sexología se estudian las diferentes dificultades clínicas relacionadas con el orgasmo femenino.
No obstante, siguiendo el afán por hacer propuestas de reflexión, lanzo la más atrevida y transgresora: ¿por qué para que haya sexualidad siempre tenemos que hablar de orgasmos? ¿Por qué hemos descrito nuestra sexualidad en torno a llegar a una meta y escuchar el himno nacional después? ¿Podría ser igual de beneficioso/placentero plantear un nuevo prisma que considerase la sexualidad femenina/masculina como un ejercicio de running en lugar de una prueba de velocidad? ¿Se puede concebir el placer en el mero disfrute de correr al aire libre, sentir tu cuerpo moviéndose, tus pulmones hinchados de aire…? Llegar a la meta puede ser doblemente satisfactorio, pero también puede ser doblemente penado si no se consigue. Dentro de la sexualidad existen muchas ambivalencias.
Dado que estamos en el año de las mujeres LBTI y que con este artículo estamos concibiendo el orgasmo como un concepto atravesado por el constructo género: ¿cómo viven los orgasmos nuestras compañeras, las mujeres trans? ¿Existen artículos, literatura, juguetes, etc… que hablen de su sexualidad? ¿Son visibles?
Por último, lanzar una mirada para revisar cómo trata la sociedad la sexualidad femenina en mujeres mayores. ¿Cambian nuestros imaginarios sobre el orgasmo femenino con el envejecimiento? ¿Pensáis que atendería igual un dependiente de una tienda erótica a un hombre mayor que va a comprar un juguete erótico que a una mujer mayor? ¿Alguna de las dos realidades se plantearía desde lo cómico/gracioso?
 
Este artículo intenta reflejar la realidad del orgasmo femenino en la actualidad: pocas respuestas para muchas preguntas, todas ellas formuladas para entender por qué es importante seguir celebrando este día y repensando cómo nos relacionamos con el orgasmo las personas leídas como mujeres.
 
“Ninguna mujer tiene un orgasmo abrillantando el suelo de la cocina.”
Betty Friedman.
 
Camino Baró San Frutos.
Col. M-31096

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