Este 25 de noviembre se celebra el Día Internacional contra la Violencia de género, el color morado inunda las calles de las capitales de España y se pide a gritos Ni una menos. Miles de personas se manifiestan con lo que a día de hoy sigue siendo una de las mayores lacras de la sociedad moderna, la violencia estructural a la que las mujeres somos sometidas y las consecuencias que de ello se deriva.
En España, y en todo el mundo, miles de mujeres y niñas sufren múltiples violencias y discriminaciones por el mero de hecho de haber nacido en lo que todavía hoy se considera el “sexo débil”. Los datos son escalofriantes, y muchas veces, nos centramos solo en la punta del iceberg obviando las diferentes caras que la violencia de género adopta.
Si entendemos ampliamente el concepto de violencia de género, esta no solo se refiere a la que se produce en el ámbito de la pareja. Además de la violencia física, psicológica y sexual que se da dentro de una relación, las mujeres sufren otros tipos de violencias machistas como el acoso callejero, la prostitución y la trata, violaciones en grupo o la mutilación genital femenina, sin entrar a analizar todas aquellas violencias mucho más silenciosas, casi invisibles, que tenemos tan normalizadas que apenas nos damos cuenta de que existen.
En este artículo nos centraremos en la violencia de género que se da dentro de la pareja y en como en 1979, la psicóloga estadounidense Leonor Walker, experta en el trabajo con mujeres víctimas de violencia, describió tres fases que comprenderían el denominado “ciclo de la violencia de género”:
- Fase 1. Acumulación de la tensión: en esta fase el hombre se vuelve cada vez más hostil, aumenta la violencia verbal y es común el maltrato psicológico que adopta forma de control. La mujer racionaliza y se culpabiliza pensando que es culpa suya o que está enfadado por algún motivo, justificando así las conductas violentas.
- Fase 2. Estallido de la tensión: la fase anterior es cada vez más frecuente e intensa y se produce la agresión física, psicológica o sexual. En este momento, la mujer es incapaz de reaccionar y se ve impotente y superada por la situación.
- Fase 3. Luna de miel o arrepentimiento: después del episodio violento el agresor pide perdón y muestra su arrepentimiento. La mujer cede ante las manipulaciones sostenida por la fantasía de que él va a cambiar.
Este ciclo se repite una y otra vez, siendo la fase de acumulación cada vez más corta, la fase de estallido de la tensión cada vez más dura y la última, la fase de luna de miel, cada vez más corta.
Muchas mujeres se ven inmersas en este ciclo y no encuentran las estrategias para poder salir. Se sienten culpables de la situación, tienen vergüenza de contarlo y no ser creídas, o peor aún, ser sometidas a un juicio público, entrando en un proceso de revictimización.
Si estás en esta situación o conoces a alguna mujer que lo esté, es necesario buscar ayuda profesional y la información y servicios de todos los recursos disponibles.