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DESMITIFICANDO EL AMOR ROMÁNTICO

¡Hoy es 14 de febrero! ¡Día para celebrar el amor y la amistad! o… ¿para desmitificarlo?  El amor en un sentimiento asociado con el cariño y el afecto, con la plenitud, la satisfacción y la felicidad. Aunque no hay una manera universal de vivir y sentir el amor, su particular arquitectura viene determinada por la sociedad a la que pertenece y en la que intervienen los tabúes, las creencias, las costumbres, las normas, las necesidades y la moral. Así, el amor romántico es un producto cultural que depende de la organización social, económica y política, actualmente capitalista y patriarcal, que nos ofrece como normativo y natural el modelo heterosexual orientado al matrimonio y a la familia. El amor romántico nos dice qué es ser un hombre y qué es ser una mujer y de quién y cómo debemos enamorarnos. A lo largo de nuestra vida interiorizamos este modelo a través de la cultura y sus medios audiovisuales (el cine, la televisión, la música, la publicidad, el arte, las redes sociales, etc…). En palabras de la escritora y comunicadora feminista Coral Herrero Gómez “el amor romántico es un producto cultural, un conglomerado de relatos, leyendas, mitos, cuya estructura se repite en todas las sociedades patriarcales. Los héroes y las heroínas siguen siendo los mismos: mujeres y hombres heterosexuales que tras luchar contra una serie de obstáculos logran reunirse con su amado o amada”. 

Los niños son silenciados para que no expresen libremente sus sentimientos y las niñas aprenden a retocar sus emociones para complacer a los demás. De las niñas se espera que sean princesas, dulces y cariñosas; de los niños que sean héroes, fuertes y duros. A las mujeres se les asignan atributos como ser bellas y seductoras, tiernas, dulces y delicadas, sentimentales y poco racionales, indecisas, obedientes, inseguras, proveedoras de afectos y cuidados, esposas y madres incondicionales, altruistas y abnegadas, dispuestas a servir a los demás.  A los hombres se les adjudica el papel de proveedores, fuertes, competitivos, capaces de enfrentar cualquier adversidad en el ámbito público,  les corresponde el ámbito del poder, lo racional y la toma de decisiones, por lo que han de ser inteligentes, independientes, agresivos, dominantes, controladores y combativos. Hombres y mujeres vivimos abocados a desarrollar comportamientos diferenciados en cuanto a las responsabilidades, las habilidades y las destrezas asignadas e interiorizamos un significado diferente del amor y de lo que es amar, lo que se traduce en un contexto de subordinación de la mujer frente al hombre.

¿Qué hace el amor romántico con las diversas y ricas identidades y expresiones de género y las distintas orientaciones sexuales? Transexualidad, travestismo, transgénero, personas no binarias, relaciones homosexuales, asexuales, abiertas, bisexuales, poliamorosas, pansexuales… son silenciadas y rechazadas por el amor romántico y, por ende, la sociedad. Pero estas imposiciones patriarcales, la desigualdad de género y todo tipo de dominaciones son incompatibles con la verdadera concepción de amor. DAR y RECIBIR es totalmente contrario al dolor, al abuso y a la desconfianza.

En la ideología del amor romántico sólo existe un amor verdadero en la vida, una persona de la que te enamoras y con la que compartirás el resto de tu vida; si es la primera, mejor. Así, necesitamos una “media naranja”, somos seres incompletos e imperfectos, predestinados a alcanzar la complementariedad y la felicidad de la mano de una pareja. Para que la relación sea perfecta los dos seres deben ser personalmente distintos porque “los polos opuestos se atraen”. Como “el amor lo puede todo”, transforma a las personas, normaliza el conflicto y supera todos los obstáculos, incluida cualquier forma de violencia. Porque el amor verdadero “lo perdona y lo aguanta absolutamente todo”. Los celos también son signo de amor y éstos deben de ser indispensables en la relación para que se entienda que sí hay amor verdadero. Este amor verdadero también es un amor incondicional, exclusivo y posesivo, en el que el matrimonio se presenta como única vía para alcanzar una relación completa y realizada. Convertirse en esposos ante los ojos la sociedad diluye dificultades, errores, violencias o infidelidades que pudieran estar presentes antes de la boda porque ya son “marido y mujer”. Otro signo de esta exclusividad y posesión es la fidelidad, aplicada más a las mujeres, ya que se normaliza y acepta que los hombres puedan cometer “deslices”. Y como “el amor es lo más importante” éste nos apela a entregarte al 100% y hacer feliz a tu pareja sin importar el bienestar y vida personal, no importa dejar de lado a nuestras familias, amistades, vida laboral, académica, profesional, actividades de ocio… 

¿Vivieron felices y comieron perdices? La aceptación y reproducción de estos mitos afecta de forma considerable a nuestra salud mental y a nuestro bienestar personal y social. Provoca conflictos internos y relacionales a aquellas personas que optan por no seguir estos patrones y mandatos sociales y se exponen al rechazo de la sociedad. Nos sumerge en dinámicas relacionales insanas caracterizadas por la idealización de la pareja y de la relación, imposibles de mantener con el paso del tiempo. Nos genera expectativas difíciles de alcanzar, actitudes como el sobreesfuerzo por la relación o la dependencia emocional y sentimientos como la frustración, la insatisfacción, la decepción o la culpa. Todo ello lleva a distorsionar la percepción de las dificultades que surgen como signo de falta de amor, lo cual incrementa las dificultades para resolverlas. 

Estos mitos se usan habitualmente para justificar comportamientos egoístas, injustos, represivos y agresivos que funcionan como antesala de la violencia de género. “El día que una mujer pueda no amar desde su debilidad sino desde su fortaleza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal”. Simone de Beauvoir.

¿Es posible amar sin sufrir? Existen otras formas de amar y otros tipos de relaciones que no se basan en falsos mitos ni en formas de discriminación ni violencia. Son muchas los que llaman “relaciones posmodernas” a las nuevas formas que tienen las personas de amar y ser amada (monogamia, híbridas, swingers, citas múltiples, agamia…).  Diferentes movimientos sociales como el feminismo y la contracultura pujan contra la educación heteronormativa patriarcal recibida generación tras generación. Aún hoy el resultado sigue siendo la violación de los derechos humanos, la violencia, la exclusión, el prejuicio… 

Puesto que la mayoría de las expectativas y creencias asociadas al concepto normativo de amor romántico se tratan de una construcción social, la sociedad puede y debe modificarlas para con ello reducir el sufrimiento que origina. Porque cualquier relación amorosa sana ha de basarse en el RESPETO, la LIBERTAD, la IGUALDAD y la CONFIANZA. ¿Quién no se ha dejado acompañar alguna vez por las profundas reflexiones de Antoine de Saint-Exupéry? “El amor no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”.

Para ello os invitamos a reformular el amor como concepto y como práctica a través de una reflexión exhaustiva, profunda y constante; a romper con lo establecido; a desafiar la idea generalizada de que el amor romántico es el único y el auténtico; a asumir todas sus manifestaciones -el amor a una misma, a la naturaleza, a la comunidad,  a la familia y a la amistad, a la pareja y el amor divino- con HONESTIDAD, ÉTICA y COMPROMISO; a crear redes afectivas  abiertas e inclusivas basadas en la EMPATÍA y la SOLIDARIDAD, el APOYO y CUIDADO MUTUO, el PLACER,  el DISFRUTE  y la ALEGRÍA DE VIVIR.  

Porque nuestra es la responsabilidad de conseguir una sociedad acorde para la convivencia entre todas las personas. Debemos establecer relaciones con  NATURALIDAD, CONFIANZA y SINCERIDAD; relaciones de IGUALDAD, RESPETO y TOLERANCIA, HORIZONTALES y DIVERSAS haciendo posible que otros modos y formas de relacionarnos no excluyan ni causen dolor y sufrimiento en nuestras relaciones afectivas y sexuales.  Recordando a Bell Hooks, el amor es “poderoso movimiento social y revolucionario capaz de sanar y construir el mundo como un espacio más justo y honorable”.

Y tú, ¿te atreves a deconstruir tus relaciones amorosas?

Bárbara de Castro Cristiano.

Psicóloga de Nara Psicología.

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