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¿Conoces los niveles de tu pirámide de pareja?

Cuando hablamos de relaciones de pareja, nos encontramos ante complejas redes de percepciones, actitudes, emociones, comportamientos y experiencias vitales de cada persona que la forma, que influyen en sus decisiones de comenzar, mantener o finalizar una relación.

Según diversas autoras y autores, las relaciones de pareja, en todas sus posibles configuraciones, pueden visualizarse en una pirámide formada por seis niveles diferentes: el comportamiento, la emoción, el significado, las creencias, el afecto y el “yo”. Además, existen cuatro caras en esta pirámide, que son el amor, la intimidad, el sexo y el poder; que influyen en lo satisfactoria que es la relación para cada persona.

 

En la punta de la pirámide encontramos el comportamiento, este es el elemento visible y aquellas acciones que se llevan a cabo en la pareja, las tareas de cada persona que forma parte de la relación, las formas de comunicación e interacción entre ambas personas. En este nivel encontramos algunos de los problemas más usuales en las parejas como pueden ser las discusiones.

En el siguiente nivel estaría la emoción, lo que siente cada miembro de la pareja. Con frecuencia, muchas personas tienen poca conciencia de las emociones subyacentes que acompañan a su propio comportamiento. Una emoción subyacente, como el miedo, puede no ser fácilmente reconocible para las parejas que pueden ver con más facilidad la emoción superficial, como sería la ira.

En este sentido, algunas personas pueden reconocer sus propias emociones y ser menos conscientes de las emociones de su pareja, por lo que compartir lo que cada una o cada uno siente, puede ofrecer una comprensión más completa de las diferentes interacciones. El comportamiento y la emoción de cada miembro de la pareja con respecto a la misma situación o al mismo problema a menudo difieren significativamente. Compartir cada punto de vista puede dar información a cada una y cada uno para reflexionar sobre la relación. Es importante reconocer qué estoy sintiendo, qué emoción o emociones están presentes en este momento y plantearse cómo se puede gestionar de manera efectiva sin sentirse abrumada o abrumado por ellas.

El significado asociado con el comportamiento y la emoción es un elemento de gran importancia para cada persona, ya que se relaciona con el momento y el nivel de “compromiso” existente en la relación. Cada miembro de la pareja puede especular, de manera consciente e inconsciente, sobre la naturaleza de su relación, interpretando los diferentes comportamientos que llevan a cabo y observan en la otra persona. La interpretación de los significados ayuda a cada una y cada uno a decidir sobre los próximos comportamientos que mostrarán a su pareja, dependiendo de la interpretación de la comunicación previa y de lo que creen que significa para la relación.

En el siguiente nivel las creencias hacen referencia a la forma (o formas) general de ver el mundo. Dichas creencias a menudo son inconscientes o están basadas en un evento aislado y requieren ser experiencias repetidas para emerger como una creencia. Alguna de las creencias que nos mueven en el día a día las podemos identificar claramente a nivel consciente; sin embargo, otras creencias han podido ser aprendidas por la observación de otras personas de la familia, de amigas y amigos. Una vez que aceptamos e/o interiorizamos una creencia, es poco probable explorarla o cuestionarla a nivel racional, ya que la hemos dado como confirmada (por ejemplo, las ideas que tienen cada persona en la pareja sobre la crianza de las hijas y los hijos pueden ser muy diferentes y estar directamente influenciadas por la propia experiencia de la crianza que llevaron sus madres y/o padres con ellas y ellos). Muchas de las creencias que tiene cada persona y están implicadas en la relación de pareja, pueden estar relacionadas con discursos dominante o creencias generalmente integradas y aceptadas por la sociedad en general, como las diferencias de género y sexualidad relacionadas con los discursos dominantes heteropatriarcales. La buena noticia es que se puede hacer frente a dichas creencias en lugar de aceptarlas y llegar a gestionarlas de manera diferente.

El afecto está situado en el nivel inferior a las creencias porque hace referencia a lo innato de cada persona, a lo que está relacionado con las respuestas biológicas del cuerpo y aparecen a muy temprana edad en comparación con las emociones. Ser capaz de acceder a estos afectos sin sentirse abrumados por ellos se vincula con la madurez de una misma y uno mismo. Algunos afectos son el interés, la sorpresa, la angustia, el disgusto o la vergüenza. Explorar qué afectos están presentes pueden ser útiles para ayudar a reconocer qué creencias, significados, emociones y comportamientos se dan en la relación de pareja y se han ido forjando desde las experiencias de la infancia; a través de patrones relacionales entre madres y/o padres e hijas o hijos, y pudiendo estar vinculadas al sentido de sí misma o sí mismo que con frecuencia afecta las relaciones de pareja.

La parte inferior de la pirámide es el yo y es el nivel de autodesarrollo de cada persona en la pareja. Está muy relacionado con el modelo que cada miembro de la pareja tiene de sí misma o sí mismo y con la idea de ser alguien en quien se puede confiar (y ser capaz de confiar en las y los demás), ser auténtica o auténtico, ser capaz de acceder a las propias emociones y gestionarlas; y tener un sentido de sí misma o sí mismo de manera que se puede ser capaz de asumir la responsabilidad de las propias decisiones personales. 

En una pareja encontramos dos “yos” y el nivel de madurez de cada uno de ellos puede determinar cómo interactúan. La capacidad de “querer ser querida o querido” o “no querer” a menudo se identifica desde la infancia, desde lo que aprendió cada persona:
¿soy capaz de discutir sobre un tema que me produce angustia? ¿confío en mí misma o mismo sin requerir la afirmación o la protección de las y los demás? ¿Soy capaz de tener un conflicto con mi pareja sin sentirme abrumada o abrumado, o inundada o inundado? 

En las relaciones de pareja somos yo, la otra o el otro y lo que formamos entre las o los dos.

Podemos preguntarnos…. ¿Qué estoy poniendo yo en cada nivel? ¿Y mi pareja? Una pareja es más que una simple suma de dos personas. 

Laura Rodríguez – Mondragón, psicoterapeuta de Nara Psicología
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