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Cómo entenderme en mis relaciones de pareja

Una de las cosas más importantes que he aprendido en mis años de desarrollo personal y profesional, es que la típica frase de “qué mala suerte que siempre aparecen personas en mi vida que me hacen sentir de la misma manera”, no es simplemente cuestión de suerte.

Hay muchos factores que están implicados en que nos sintamos atraídos y atraídas por una persona y en que decidamos permanecer o no con ella. Ser conscientes de esta realidad, nos da la libertad de elegir si queremos pararnos a mirar lo que se está poniendo en juego en nuestras relaciones. Atrevernos a hacer este ejercicio, nos ofrece la posibilidad de decidir con quién y cómo queremos estar en pareja y no dejarlo todo en manos del azar. 

Por un lado, es importante tener en cuenta el contexto socio cultural en el que vivimos. Nos socializamos en un modelo de pareja e interiorizamos una propuesta cultural de relación, prácticamente sin darnos cuenta. Por ejemplo, es difícil plantearnos si queremos o no tener pareja en un contexto en el que cuando elegimos no tenerla, el resto de las personas nos miran como si tuviéramos algún tipo de problema. Interiorizamos patrones de cómo nos debemos comportar en las relaciones en función de nuestro género, edad, etc. También que lo esperable es tener relaciones de pareja heterosexuales y monógamas. Salirnos de la norma socio cultural conlleva un precio a pagar y un esfuerzo de deconstrucción y reconstrucción por parte de la persona, de todos los mandatos socio culturales.

Además, tenemos referentes de cómo es una relación de pareja en nuestra familia de origen. El primer ejemplo que tenemos es el de la relación entre nuestros padres y madres. ¿Qué hemos aprendido de esta relación? Si no nos paramos a reflexionar sobre esto, es fácil que repitamos ciertos patrones sin darnos cuenta o que busquemos hacer todo lo contrario: no nos gusta lo que hemos vivido y no queremos “ni de casualidad” parecernos a esto. 

Otro aspecto fundamental, es la manera en la nos hemos vinculado con nuestros principales referentes de cuidado. Fueron ellos y ellas las que nos enseñaron “en nuestras propias carnes” a tener una relación de intimidad. En esta relación, aprendimos qué es lo que las otras personas valoran de nosotros y nosotras y cómo conseguimos su atención. Interiorizamos si nos merecemos amor y atención por nuestros logros o por nuestros fracasos… o simplemente, si nos merecemos amor y atención. También aprendemos a regular nuestras emociones, a buscar o no el contacto físico o a aislarnos emocionalmente. Por ejemplo, puedo aprender que expresar mis emociones hace que el otro se aleje o que, si no las expreso todo el rato, la otra persona no me va a prestar atención. 

Hay un sinfín de posibilidades que, si nos paramos a observar, veremos que se repiten en cierta medida en nuestras relaciones actuales de intimidad (no solo en las relaciones de pareja). ¿Qué miedos se ponen en juego cuando conocemos a alguien que nos interesa? ¿Cuáles son nuestras estrategias de seducción y qué dicen de nosotros y nosotras? ¿Qué creo que las otras personas van a valorar? 

Por último, las experiencias relacionales que hemos ido teniendo a lo largo de nuestra vida (ligues, parejas, amigas/os, eventos traumáticos…) van influyendo y modificando nuestra forma de vivir las relaciones, nos ofrecen nuevas experiencias en las que, de forma más o menos consciente, vamos modificando nuestra forma de seducir, de elegir, de permanecer, de separarnos… A través de estas experiencias, vamos mudando nuestro modelo interno de relación de pareja y nuestras fantasías.

A modo de conclusión, os sugiero que cuando os apetezca o cuando volváis a pasar por un lugar conocido en vuestras relaciones afectivo-sexuales, os paréis un momento a tratar de sacar información sobre lo que os está sucediendo. Es posible que mirar con atención y daros cuenta sea suficiente para que esto no se repita en el futuro. Pero si se repite y volvéis a pasar por ahí otra vez, será con mayor consciencia cada vez y con más herramientas para hacer algo diferente. El objetivo final es poder estar cada vez más satisfechas y satisfechos con nuestras relaciones. Poder elegir dónde y con quien queremos estar y asumir que “no todo es cuestión de suerte”.

Inés Alonso Apausa
Psicóloga de Nara Psicología
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