“Creemos que el origen de la guerra nace en la mente, en el corazón y en el interior de cada ser humano, al fomentar la mentira, la injusticia, la esclavitud y el odio, por medio de la ley de la fuerza. Pero, al igual que la guerra, nace también en nuestro interior la paz, como fruto de una búsqueda de la verdad, la justicia, la libertad y el amor.” (Artesanas de la Paz).
La guerra de Ucrania nos está “removiendo el suelo” de alguna manera. Se están haciendo muchos análisis políticos, más o menos elaborados. Se están recordando todas las guerras que parece que habíamos olvidado o que no eran tan importantes para esta parte del mundo. Hay quien se siente paralizado, quien se disocia del sentimiento, quienes se lanzan a ayudar como sea y quienes intentan mantenerse a flote.
Pero también puede ser un buen momento para darle una pensada a cómo funcionamos en nuestras vidas cotidianas. ¿Funcionamos desde dinámicas de paz y/o de guerra?, ¿cómo manejamos el conflicto?, ¿qué pasa que hay personas que a pesar de toda la violencia que han sufrido siguen apostando por contribuir al bienestar común?, ¿cómo hay personas que responden empáticamente y otras de forma violenta?
Puede ayudarnos en estos días visibilizar otras personas referentes como: Shreen Abdul Saroor, mujer activista por la paz en Sri Lanka; Martin Luther King, activista por los derechos civiles de las personas afroamericanas; Hagar Roublev, mujer israelí fundadora del movimiento Mujeres de Negro y activista por los derechos de las lesbianas; Concepción Arenal, que nos recuerda que “la guerra es la miseria del pueblo” o Ellen Johnson Sirleaf, primera presidenta del gobierno de Liberia y Premio Nobel de la Paz que, a sus 83 años, en su visita a Madrid hace unos días afirmaba con rotundidad que la paz en el mundo sí es posible.
La lista de quienes han trabajado por la construcción de una sociedad en paz y han vivido desde la no violencia es enorme. Quiero recordar también al psicólogo norteamericano Marshall Rosenberg, creador de la Comunicación No Violenta, la Comunicación Compasiva. Nos invita a comunicarnos con empatía y con eficacia con las demás personas y con nosotras mismas. Para ello es necesario que, como él dice, mantengamos nuestra atención en qué está vivo en nosotras y qué está vivo en las otras personas (cómo me siento, cómo se siente la otra persona). Cuáles de mis necesidades están siendo satisfechas y cuáles no (qué quiero) y cuáles de la otra persona (qué quiere), qué queremos para que la vida sea más maravillosa y que peticiones tenemos para contribuir a que las necesidades humanas se vean mejor satisfechas (resolver el problema y enriquecer nuestras vidas). Una invitación a ser conscientes de cómo elegimos vivir, a conectarnos con nosotras mismas y con otras personas de manera que aflore nuestra compasión natural.
“Ahimsa paramo dharma: la no-violencia es el deber más elevado”
M.K. Gandhi