* Aviso de contenido: este artículo contiene descripciones relacionadas con la ansiedad y alimentación que, para algunas personas pueden resultar desencadenantes de conductas, pensamientos y emociones relacionado con ello.
La Navidad ha llegado. Tras este intenso 2020, las fiestas navideñas han comenzado y, durante esta época los hábitos alimentarios pueden verse alterados. Es una época para disfrutar y eso, en muchas ocasiones, conlleva la sensación de descontrol en diversos aspectos (alimentaria, como ya se ha señalado; económica, con las compras navideñas, etc.). Muchas personas parecen darse un permiso especial para hacer cosas diferentes que el resto de año, hasta que comienza el mes de enero o termina la época festiva, en el que vuelven las promesas que no valen nada, los propósitos de año nuevo y las restricciones.
Es comprensible que a todxs y, especialmente aquellas personas con algún tipo de dificultad alimentaria o problema relacionado con la alimentación y/o con el peso, con la ansiedad o el estado del ánimo, estas fechas puedan sentirse más inestables.
La posibilidad de disfrutar la Navidad, de la forma que cada unx considere dentro de sus creencias, depende de muchos factores permanentes y/o transitorios como si estamos pasando o hemos pasado un duelo recientemente, si te llevas bien con tu familia o tientes un hogar al que regresar. Por ello, poder disfrutar fiestas navideñas y todo lo que conllevan pueden llegar a ser una especie de privilegio.
Muchos aspectos relacionados con la alimentación experimentan una especie de revolución durante la Navidad. La cultura de la dieta nos envía numerosos mensajes a través de diferentes medios (redes sociales, anuncios televisivos, etc.) para cambiar nuestros cuerpos y estar estupendxs -lo que habitualmente equivale a delgadez o perder peso- antes de estas fechas (y después contraatacan con la pérdida de lo ganado durante dicha época, las dietas de enero, etc., pero eso ya lo veremos en el futuro). También es muy habitual que las conversaciones sobre el cuerpo, los comentarios sobre la comida (cuánto y qué estamos comiendo, por ejemplo) estén presentes y puede llegar a ser agotador.
Os dejamos una serie de recomendaciones para tratar de estar lo más tranquilxs posible durante esta época tratando de desconectar de la voz crítica prestando atención a tu bienestar físico y emocional con una escucha a ti mismx más compasiva y amable:
- Deja de dar un valor moral a la comida: la comida no es “buena” o “mala” (esto podría ser aplicable si tienes una intolerancia o alergia alimentaria y esa comida no es recomendable para ti) pero tienes derecho a comer lo que necesites y desees. Pensemos en la alimentación más allá de la mera nutrición. Puedes disfrutar de ello, tu cuerpo es sabio.
- Ten una estrategia: las comidas con familiares y/o amigxs pueden ser momentos estresantes. Piensa en los desencadenantes emocionales que suponer para ti e imagina cómo te gustaría reaccionar para protegerte si se diese esta situación. Recuerda que esta situación es temporal y que tienes derecho a marcar tus límites. Nadie tiene derecho a comentar sobre lo que comes o sobre tu cuerpo.
- Deja a un lado la báscula: tu peso no es indicador de salud. El valor que desde muchos ámbitos se le da a ese número es excesivo. La salud no se mide con una báscula, sino de forma integral. Ese número sólo mide la gravedad de tu cuerpo sobre la Tierra. Eres mucho más que un número.
- Pregúntate por qué y para qué: si llega una ocasión y te sientes mal o culpable por lo que estás comiendo, o estás rodeadx de personas que hablan sobre las dietas que harán a partir del fin de las fiestas navideñas, de “lo malxs o poco disciplinadxs que están siendo por comer esto o aquello”, pregúntate: ¿por qué me siento así? ¿por qué dicen eso? Quizá las respuestas sean variadas. Vivimos en una sociedad que mantiene estándares de belleza totalmente irreales, obsesionada con la delgadez y el control de los cuerpos. La gordofobia está en múltiples áreas de la vida diaria. Eso es lo que necesita cambiar, no tu cuerpo para ajustarse a los estándares aceptados. Los cuerpos cambian a lo largo de la vida, envejecen y puede resultar complicado aceptar que esto es así cuando constantemente recibimos mensajes con matices negativos sobre ello ¿Qué podría suceder si aceptas tu cuerpo tal y como es? Respetarlo en vez de luchar contra el. Tu cuerpo es sabio, intenta confiar en el. Intentar anular la necesidad biológica de comer no es una buena idea. No está justificado en nombre de la “salud”, la belleza o de esa persona que te hizo sentir incómodx por respetar las señales de tu cuerpo. Puedes comer lo que desees cuando quieras, no sólo porque es Navidad; no tienes que justificar tu derecho pensando en el control que comenzará en el año nuevo. Tienes el derecho y la responsabilidad de cuidarte y amarte como lo harías con tu mejor amigx.
- No eres solo un cuerpo: parece algo obvio, pero detente un momento y piensa sobre ello ¿Qué eres tú más allá de tu físico? Prueba a escribir al menos ocho cosas que te caractericen y no tengan que ver con tu físico. De hecho, piensa cómo te definirían las personas que te quieren. Probablemente lo que menos les importe sea tu cuerpo.
- Aumenta el autocuidado: esta época del año puede ser difícil para muchas personas, como ya hemos comentado previamente. Asegúrate de priorizar tus necesidades. Sabes lo que tu cuerpo necesita para sentirse bien, priorizarte no es ser egoísta. Si tienes dudas, pide ayuda. En estas fechas intenta ser más compasivx contigo mismx. Pregúntate qué te diría tu mejor amigx. Intenta plantar una semilla para cultivar una forma más amable de verte a ti mismx recordándote que no existe un cuerpo perfecto. El tuyo lo es y no hay nada malo en el, no hay nada que corregir. Si damos ese paso es más sencillo comer, dormir, moverse sin castigarse y fomentar relaciones que nos hagan sentir bien. Cuando sentimos que cuidarnos vale la pena, tomamos decisiones más positivas sobre cómo queremos vivir-nos.
Date permiso para hacer que estas fiestas sean lo que tú necesites después de un año tan intenso. Priorizar en tu cuidado es una de las cosas más generosas que puedes hacer.
Laura Rodríguez-Mondragón
Psicóloga en Nara Psicología