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Alternativas a unas propuestas de año nuevo repetitivas

Al finalizar cada año y comenzar uno nuevo, como 2020 que acaba de comenzar, solemos reflexionar sobre el año que ha pasado y a hacer planes para el que llega. Algunos de estos propósitos de año nuevo suelen ser cuidarnos más a nosotras o nosotros mismos y nos planteamos realizar una dieta, perder peso o realizar una rutina de gimnasio; que, en la mayoría de las ocasiones, no llegan a ninguna parte. Por ello, os ofrecemos algunas sugerencias para este nuevo año que son alternativas a esas típicas propuestas de año nuevo.

1. Destierra los «debería» y «no debería» de tu vocabulario.

Suelta esos términos absolutos como «tendría que…», «perfecto», «debería», «no debería», «malo» u «horrible». Reemplaza estos pensamientos y mandatos con frases racionales y razonables. Usa palabras como “quizá», «puedo» y «está bien», como en «Puedo comer cuando tengo hambre«. 

2. Diversifica las cuentas que sigues en las redes sociales.

Deja de seguir, cambia el “me gusta” que pulsaste en su día, bloquea o reporta las cuentas de personas o cosas que te hacen sentir mal contigo misma o mismo, que te hacen sentir que necesitas cambiar tu cuerpo o lo que comes. Del mismo modo, sigue diversas cuentas que muestran todo tipo de formas y tamaños corporales, diferentes géneros y habilidades, diferentes razas, culturas, etc. La diversidad es riqueza. 

3. Tómate un tiempo para el autocuidado diario.

Tómate algo de tiempo para gestionar y evadirte del estrés durante unos minutos cada día. Esto no tiene que ser un masaje, una manicura o un día de spa. Tómate unos minutos para cuidarte, sea lo que sea para ti. Cada una y cada uno tenemos diferentes necesidades y formas de afrontar dichas situaciones. Algunos ejemplos pueden ser acostarte 30 minutos antes para dormir más, respirar profundamente algunas veces al día, acurrucarte en el sofá con tu libro favorito o prepararte un té. Cuando realmente te preocupes por ti misma o mismo en todos los ámbitos, no solo en lo físico, sino también mental, emocional y espiritualmente, te sentirás más feliz y satisfecha.

4. Come una variedad más amplia de alimentos.

La cultura de la dieta se ha adueñado del concepto de salud y de alimentación saludable. Años realizando diferentes dietas (antes del verano, después de Navidad, antes de un día especial, etc.) pueden haber hecho que tu lista de alimentos «seguros» o «buenos» sea bastante corta. Intenta trabajar en comer una variedad más amplia de alimentos, incluidos los alimentos que anteriormente considerabas “malos” o «prohibidos». Nuestras relaciones con los alimentos existen un espectro muy amplio y parece que comienza con lo que es una “alimentación saludable”. Cuando me refiero a esa “alimentación saludable” no estoy hablando en absoluto de lo que nos han vendido que es. Cuando digo “alimentación saludable”, me refiero al proceso de nutrición de nuestros cuerpos en muchos sentidos, que nos hace sentir felices, capaces y funcionales; considerando tanto las necesidades de nuestro cuerpo como sus deseos.

5. Deja de compararte con las demás personas.

Ahora, con las redes sociales, tenemos una visión casi constante de la “vida” de otras personas. Esto hace que sea muy fácil compararse con estas personas y desear sus vidas «perfectas». Pero la verdad es que… no es real. Esa foto perfecta para del desayuno que vemos en cualquier red social fue preparada en una escena ficticia (y su hija o su hijo probablemente está gritando en el fondo). En lugar de compararte, concéntrate en lo que tú tienes que te hace feliz. Acepta que cada persona es diferente y trabaja para estar contenta contigo misma o contento contigo mismo.

6. Cultiva la gratitud.

¿Podrías tomarte un momento cada día para reflexionar y conectarte con las experiencias a medida que ocurren? ¿Puedes practicar estar agradecido por todos los aspectos de tu vida por los que estás agradecida o agradecido, por pequeño que parezca? Los pequeños detalles de la vida son los que la hacen grande. Puede ser algo como una taza de café caliente por la mañana, tiempo para sentarte a hablar con tus amigas y amigos, tu serie favorita, el sonido de la risa de tus hijas o hijos, o perseguir algo que deseas. Incluso puedes escribir esto diariamente antes de ir a dormir. Es positivo tener en cuanta aquello que por el ajetreo diario o por muchos motivos diferentes pasamos de alto en nuestra rutina.

7. Desarrolla una caja de herramientas llena de mecanismos de afrontamiento.

Trabaja en la construcción de una caja de herramientas para ti misma o ti mismo llena de mecanismos de afrontamiento y ponlos en práctica cuando te sientas estresada o estresado, triste, ansiosa o ansioso, aburrida o aburrido, etc. Por ejemplo, si necesitas herramientas de conexión con amigas o amigos, puedes escribirles o llamarles y hablar un rato con ellas o ellos. Si necesitas relajarte, puedes salir a pasear (tú sola o tú solo o con tu perro, si tienes), practica yoga o haz respiraciones y estiramientos. Si necesitas reír, puedes ver algo que sea divertido para ti, un vídeo que te resulte gracioso o un capítulo de una serie que te guste. Si necesitas recargar energía puedes salir a correr, tomar un café o escuchar música que te haga sentir empoderada o empoderado. Si necesitas liberar energía o dejar salir tu ira, escucha música que te facilite conectar con esas emociones, tira calcetines (o cosas suaves) sobre tu cama, habla, grita, llora… Permítete sentir esa emoción para que fluya.

8. Elige la actividad física que más te guste hacer y disfruta de ella

Haz que tus movimientos sean más intuitivos. Puedes preguntarte ¿qué me apetece hacer?, en lugar de hacer ejercicio como castigo o para compensar por comer ciertos alimentos, cambie el enfoque. Piensa cómo te sientes al mover tu cuerpo en lugar de quemar calorías. Presta atención a cómo te sientes realizando diferentes formas de movimiento (bailar, caminar, saltar) y prueba diferentes actividades para encontrar varias que sean divertidas y te hagan sentir bien realizándolas. Ten en cuenta lo que siente tu cuerpo en el momento. Algunos días puede apetecerte salir a correr o andar en bicicleta, otros lo que te apetezca puede ser una clase de yoga relajante o paseo al aire libre y otros días puede no apetecerte hacer nada. 

9. Pasa tiempo con las personas con las que compartas intereses.

Haz un balance de tus amistades, de tus relaciones familiares, de tus compañeras y compañeros de trabajo o estudios; piensa en lo que tienes y lo que deseas. ¿A quién admiras? ¿quién te inspira? ¿qué es lo que te atrae de esas personas? Considera todas las cualidades que tienen esas personas y que te hacen apreciarlas: sus sueños, sus objetivos, sus valores, su carácter o su forma de actuar. ¿Qué te gusta hacer compartir con ellas? Y… ¿qué te gusta compartir contigo misma o contigo mismo?

Finalmente, recuerda que a menudo nuestros objetivos son poco realistas (por lo tanto, imposibles de alcanzar) y, por ello, es muy importante que sean concretos. A menudo, no tenemos en cuenta que los nuevos hábitos o rutinas, las nuevas habilidades o destrezas tardan tiempo en desarrollarse. Es un entrenamiento, así que ármate de paciencia y sé compasiva o compasivo contigo misma o contigo mismo. Y muchas veces marcamos el día 1 de enero como la única fecha para comenzar a realizar algo sin darnos cuenta que cada día nos ofrece un nuevo comienzo

 

Autora: Laura R. Mondragón

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