Después de la gran prueba que ha supuesto el confinamiento para las familias, nos enfrentamos ahora a un nuevo reto más difícil si cabe: se nos presenta la situación en la que los trabajos vuelven a ponerse en marcha, pero no las aulas.
Cuántas familias no se estarán preguntando “¿Y qué hago ahora con mis hijos e hijas?” “¿Dónde o con quien les dejo?” La primera alternativa que probablemente a muchos y muchas nos venga a la mente es: abuelos y abuelas. Pero no olvidemos que, aunque estemos en la desescalada, seguimos dentro de una pandemia con un virus que ataca con especial violencia al colectivo de personas mayores.
¿Entonces qué?
Quien tenga la suerte y los medios para poder contratar una persona que quede al cuidado tendrá más o menos resuelto el asunto, pero, ¿y quién no pueda? ¿Cómo va a hacer esto de conciliar?
La conciliación, la utopía del momento actual de nuestra sociedad; y no solo del momento COVID-19, sino también de antes, cuando horarios laboral y escolar tampoco acababan de encajar y había que hacer malabares para sostener la vida laboral y personal.
Aquellas personas que durante la desescalada puedan seguir teletrabajando ya habrán comprobado, y vivido, la dificultad que esto presenta cuando hay peques en casa que no acaban de entender por qué no se puede entrar al despacho ahora cuando antes sí, y sobre todo durante tanto rato.
En este sentido se hace fundamental poder explicar a niños y niñas que, con la nueva situación, tienen que respetar ese tiempo y espacio, y hacerlo con un lenguaje que puedan entender. Así como tratando de no enfadarse cuando se salten esta nueva norma que no tienen en absoluto integrada.
A la par, podemos reservar para esos momentos en los que necesitemos más concentración para trabajar, alguna actividad que capte especialmente la atención para hijos e hijas. No olvides que esta actividad, en cada casa y para cada persona, será algo diferente.
Tampoco debemos olvidarnos de reconocer y recompensar las ocasiones en que cumplan y sean capaces de, haciendo uso de su autocontrol, respetar tiempos y espacios de trabajo de mamá o papá. Ojo, que como es lo que “se supone que deben hacer”, a veces se nos olvida el esfuerzo que ponen los y las peques.
Por otro lado, tampoco debemos olvidar lo que tiene que ver con nosotros y nosotras, las personas adultas. Con la flexibilidad del teletrabajo también tendemos a saltarnos los horarios o estar más tiempo del que nos toca para acabar determinada tarea, revisando continuamente el correo desde el móvil, atendiendo llamadas a cualquier hora…
Es importante que seamos capaces de dejar el trabajo cuando toca y mantener una separación entre tiempos de trabajo y ocio para favorecer en la medida de lo posible esa utópica conciliación.
Y ya, por último, tampoco malentender la conciliación como “llegar a todo”. Esta situación nos está obligando a trabajar, ser madres y padres, fuentes de entretenimiento, profes… Y todo ello a la vez… ¡imposible!
Ser capaces de aceptar que no podemos llegar a todo sin que eso suponga una catástrofe, que si la casa no está perfectamente limpia o no hacemos todo el ejercicio que deberíamos, no se acaba el mundo.
Si conseguimos cumplir, en la medida de lo posible, con algunas de estas cosas nos situaremos un paso por delante para superar todo lo que estamos viviendo.
Jorge Moreno – Psicólogo de Nara psicología