Dicen que febrero es el mes en el que se celebra el amor de pareja. Dicen que hay que regalar algo o tener un momento especial con nuestra pareja en estas fechas. Estas expectativas sociales y culturales suelen producir, que nos paremos a pensar en cómo nos sentimos actualmente en relación con la pareja.
Si nos hemos separado hace poco, es posible que lo recordemos con tristeza o con enfado. Si acabamos de empezar una relación y estamos obnubiladas u obnubilados por el deseo y la atracción, nos reconoceremos fantaseando con la idea de compartir un momento bonito en estas fechas tan señaladas….
Pero ¿qué pasa cuándo acabamos de tener un peque? ¿o cuando ya vamos por el segundo y no tenemos tiempo casi para respirar? ¿Qué pasa con nuestra relación de pareja cuando además de pareja somos padres y madres?
Podemos ver que tan solo con la fantasía de tener un peque, la relación de pareja puede verse afectada. Hay parejas para las que esta fantasía puede ser un motivo de unión, tan solo imaginando cómo va a ser para ambas la llegada de una tercera persona. Para otras, puede ser un desencadenante de la separación cuando, por ejemplo, uno de los miembros de la pareja no quiere ser padre o madre.
Si solo esta fantasía influye en la relación de pareja, podemos imaginar cómo influirá todo el proceso de gestación (en el caso de las hijas e hijos biológicos) y la llegada de esta nueva criatura al mundo relacional de sus padres y madres.
Esta llegada influye desde un punto de vista biológico y psicológico, tanto para el hombre como para la mujer. En la mujer gestante el cambio biológico es más evidente ya que cambia el cuerpo y las necesidades y deseos de este cuerpo, al menos durante el embarazo y los primeros meses. En ambos miembros de la pareja hay un cambio menos visible, a nivel psicológico y cerebral, en el que se activa el “modo padre/madre”, afectando también a sus deseos y necesidades como individuos y como pareja. Esto ocurre porque aparece un tercero que depende de ellos y ellas para su supervivencia y tiene un sentido a nivel evolutivo. Ser conscientes de esto, nos puede ayudar a reflexionar acerca de lo que ocurre en la pareja con la llegada de los y las peques.
No sucede en todas las parejas de la misma forma. Cada pareja tiene su manera de afrontar la llegada de una parte más a la ecuación. Lo que sí es universal, es la recomendación de pararse un momento a pensar, cómo podemos seguir dándole espacio e importancia a la pareja, cuando la mayor parte de nuestra energía está puesta en la maternidad o paternidad.
Desde Nara Psicología os sugerimos que, si estáis pensando ampliar la familia o ya lo habéis hecho, os detengáis a planificar cómo vais a seguir cuidando de vuestra relación de pareja. De la misma forma que planificáis dónde vais a querer que duerma el o la bebé o cómo os vais a organizar en relación con la crianza, os recomendamos que os paréis a pensar cómo os vais a organizar para seguir dándole un espacio a la relación de pareja.
Podéis imaginaros la relación de pareja como si fuera un miembro más de la familia al que tenéis que cuidar y prestar atención. Es importante tener en cuenta que, igual que pasa con el crecimiento de los y las peques, la relación de pareja va pasando por diferentes etapas en su desarrollo y las necesidades de esta también van cambiando.
La llegada de un hijo o hija, es el momento perfecto para mirar nuestra relación de pareja (aunque parezca todo lo contrario) y hacernos la siguiente pregunta, ¿qué estamos necesitando en esta nueva etapa del desarrollo de nuestra relación?