¿Te has sentido alguna vez agotada o agotado por decir que sí cuando en realidad querías decir que no? ¿Notas que priorizas constantemente las necesidades de otras personas, dejando las tuyas en segundo plano? Poner límites no siempre es fácil, y muchas veces cuesta reconocer hasta qué punto esto afecta a nuestro bienestar emocional. En este artículo hablaremos de por qué nos resulta difícil establecer límites, qué señales indican que podrías necesitarlos y cómo empezar ese camino de cuidado personal con el apoyo de un espacio terapéutico seguro.
¿Qué significa poner límites?
Poner límites no es rechazar ni levantar muros. Es, más bien, una forma de comunicar con claridad qué estás dispuesto o dispuesta a aceptar y qué no. Es una herramienta esencial para proteger tu salud emocional, cuidar tu energía y mantener relaciones más equilibradas.
Los límites pueden ser físicos, emocionales, mentales o incluso digitales. Muchas personas han aprendido —por cultura, educación o experiencias personales— a complacer para evitar conflictos o no ser rechazadas. En esos casos, marcar un límite puede generar culpa, miedo o inseguridad.
Señales de que necesitas establecer límites
Si no identificas con claridad si necesitas trabajar tus límites personales, estas señales pueden ayudarte:
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Te sientes cansada o cansado con frecuencia, incluso sin causa física aparente.
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Te cuesta decir “no” y luego te arrepientes de haber aceptado compromisos.
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Notas que algunas relaciones te generan frustración o agotamiento.
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Te preocupa en exceso lo que piensen los demás de ti.
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Evitas expresar lo que sientes por miedo a generar conflicto.
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Sientes culpa al dedicarte tiempo o priorizarte.
Estas señales son indicadores importantes de que necesitas escuchar lo que estás sintiendo y comenzar a establecer espacios de cuidado hacia ti.
¿Por qué cuesta tanto decir que no?
Las razones pueden ser múltiples, pero algunas de las más comunes son:
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Miedo al rechazo: tememos que, al marcar un límite, las otras personas se alejen o nos juzguen.
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Culpa: hemos aprendido que priorizarnos es egoísta.
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Experiencias de la infancia: si de pequeñas o pequeños no se respetaban nuestras emociones o necesidades, probablemente de adultas o adultos tampoco sepamos cómo hacerlo.
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Relaciones desequilibradas: donde se da mucho más de lo que se recibe.
Reconocer estas razones no es una forma de juzgarte, sino el primer paso para construir una relación más sana contigo misma o contigo mismo.
¿Cómo empezar a poner límites desde el autocuidado?
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Escucha lo que sientes: emociones como el enfado o la frustración pueden ser señales de que alguien está traspasando un límite personal.
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Valida tus necesidades: tienes derecho a descansar, a no tener ganas o a necesitar tiempo para ti.
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Aprende a decir “no” sin justificarte: no necesitas explicaciones largas para priorizar tu bienestar.
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Practica una comunicación asertiva: decir lo que piensas con claridad y respeto.
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Busca acompañamiento profesional: la terapia puede ayudarte a identificar tus límites, mejorar tu autoestima y aprender formas más saludables de relacionarte.
¿Cómo puede ayudarte la terapia?
Desde nuestra consulta de psicología en Madrid, en el barrio de Delicias, trabajamos desde un enfoque cercano, seguro y respetuoso con tus tiempos. Aprender a poner límites es un proceso, pero con el acompañamiento adecuado, es posible construir una vida donde tus necesidades también tengan espacio y valor.
Poner límites no significa alejarte de los demás. Significa acercarte a ti misma o a ti mismo y crear relaciones más auténticas y equilibradas.
¿Sientes que poner límites te cuesta y te está afectando emocionalmente?
Podemos acompañarte en este proceso. Si buscas una psicóloga en Delicias o atención psicológica en Madrid, estás en un lugar seguro para empezar.