Miedos infantiles. ¿Qué hacemos con ellos?

Tras la invasión de todas las fiestas americanas que las películas de Hollywood nos acercan cada vez más, una que va cobrando cada año más relevancia es Halloween. Nuestros pequeños y pequeñas se disfrazan para dar miedo y recolectan todos los dulces que son capaces de cargar. Y es este mundo, el de los miedos, un tema que a muchos padres y madres preocupa.

Es fundamental, en primera instancia, entender que el miedo es una emoción más y que aunque no nos sea agradable cumple una función evolutiva y que por tanto no se puede, e incluso debe, eliminar por completo.

Es el miedo la emoción que nos protege y nos mantiene a salvo, impide que nos caigamos de grandes alturas, que animales peligrosos no hagan daño y en momentos más avanzados, con el miedo a la vergüenza, hagamos el ridículo ante peligros de carácter social.

Aun sabiendo esto, es natural que más pronto que tarde aparezca la angustia ante si lo que vive nuestro hijo o hija ¿es un problema?, ¿qué podemos hacer?, ¿hay que buscar ayuda profesional?… 

Vamos a tratar de dar respuesta a todas esas cuestiones y aliviar, al menos un poco, esas angustias que envuelven la difícil tarea de la educación.

Miedos normales o evolutivos

Lo primero es tener claro que existen una serie de miedos, los llamados miedos evolutivos, que a determinadas edades son normales: aparecen en la mayoría de las personas y cuyo remedio no suele ser más que el paso del tiempo.

Edad

Miedos evolutivos

0 – 2 años

  • Ruidos fuertes
  • Personas extrañas
  • Sitios altos
  • Separarse de padres, madres, cuidadores/as

2 – 6 años

  • Fantasmas
  • Monstruos
  • Animales
  • Oscuridad
  • Disfraces
  • Colegio

6 – 8 años

  • Accidentes
  • Fenómenos meteorológicos
  • Miedos médicos: sangre, inyecciones…
  • Daño físico

8 – 10 años

  • A la muerte
  • Al abandono
  • Al fracaso
  • A las relaciones sociales
  • A las críticas
  • A la separación o al divorcio
  • A la propia imagen
  • Al rendimiento académico
Adolescencia
  • Miedo al rechazo y al fracaso
  • Al no reconocimiento
  • Aumenta el miedo a las relaciones sociales

Por ello no debemos alarmarnos cuando nuestro hijo o hija de 4 años apaga la luz del pasillo y viene a la carrera hacia el salón. O si no es capaz de dormir si no hay alguna luz encendida o tapándose la cabeza con esa fina sábana indestructible que aporta la mayor seguridad frente a monstruos, fantasmas o la inescrutable oscuridad.

Todos esos miedos son habituales, normales y no debe dárseles mayor importancia. De hecho incluso, pueden cobrar relevancia cuando desde nuestro punto de vista adulto les otorgamos importancia y entidad; es entonces cuando nuestra propia angustia se filtra en nuestros hijos e hijas pudiendo cristalizar en un problema real. 

Ojo porque la angustia aunque no se diga se percibe y rápidamente se interioriza

¿Cuándo un miedo deja de ser normal?

La pregunta del millón es cuándo deja de ser normal un miedo. Nos debe hacer sospechar que la vivencia de nuestros hijos e hijas escapa de lo normal cuando:

  • El miedo es desproporcionado, aterrador, con un nivel de sufrimiento y evitación muy muy destacado. En este caso el paso del tiempo deja de ser la estrategia más útil, para convertirse en ocasiones en un factor de gravedad.
  • Debemos estar alerta ante miedos que eran normales a una determinada edad pero en la actual deberían haber ido desapareciendo. Hay que tener en cuenta también que las edades de los estudios son aproximadas. Es decir, si como podemos ver en la tabla de los miedos evolutivos el miedo a los monstruos se enmarca entre los 2 – 6 años y mi hijo o hija tiene 7 u 8, no nos alarmemos

No obstante y una vez más, como en otros artículos, sale a relucir el sentido común, mantra que en nuestra opinión debe acompañar siempre la educación.

¿Qué podemos hacer ante los miedos infantiles?

Es recomendable mantener la calma y no transmitir inquietud y preocupación, hablar del miedo con ellos/ellas como una emoción que todo el mundo vive y fomentar las estrategias para hacerle frente.

Por otro lado también es importante conocer cuáles son los miedos normales o evolutivos y en qué edades aparecen. Dicho conocimiento nos sitúa en una posición de ventaja a la hora de saber que ocurre.

Por último y con respecto a los miedos evolutivos, aunque como hemos dicho son normales y desaparecerán con el tiempo, hay pequeños actos que pueden hacer que se vivan con menos angustia y tiendan a desaparecer:

  • Es importante, como se ha dicho, mantener la calma, entendiendo que el miedo es normal y sin castigar, humillar o criticar la aparición de la emoción. 
  • No obligar a que se exponga a aquello que genera el miedo, pero reforzando todo acercamiento que haga hacia la superación del miedo.
  • Enseñar, exponiéndose uno o una a lo que genera el miedo para que a través de la observación pueda conocer estrategias o habilidades que ayuden a afrontar miedos.

Y, por supuesto, si tenemos alguna duda o no tenemos claro qué sucede, pedir una opinión profesional siempre será una buena idea. Como con todo problema cuanto antes se detecte y se comience a trabajar será más fácil intervenir y que se resuelva en menos tiempo y evitando sufrimiento.

 

Autor: Jorge Moreno.
Psicoterapeuta de Nara psicología

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