La media naranja

Llega el mes de febrero, para algunas personas el mes del amor, para otras el mes de gástate-lo-que-no-te-gastate-en-navidades. Sin embargo, es un buen momento para retomar *los mitos del amor romántico* (link al otro artículo) y adentrarnos más en el mito de media naranja.

Como veíamos, creer en este mito significa creer en la perfección. Es esperar una relación donde no hay que aprender nada porque todo viene dado, donde no hay conflicto porque todo es placentero, donde nunca surgen dudas porque obra el destino… podríamos continuar, pero la idea se entiende.

Los orígenes del mito:

El mito tiene su origen en el Banquete de Platón, donde habla de seres humanos perfectos, compuestos por cuatro brazos, cuatro piernas, dos caras… que ante la furia de Zeus se ven divididos por la mitad y castigados a vivir separados. Este mito ha cobrado diferentes formas pero en realidad se traduce en expresiones cotidianas: “¿Encontraré a alguna vez al amor de mi vida?”. No son pocas las personas que acuden a mi consulta y en algún momento expresan sentirse vacías sin su pareja. Sin embargo son muchas menos las que tienen presente que están desconectadas de sus necesidades y deseos en pos de atender las de los demás.

Nuestros propios orígenes:

Para entender el presente, tenemos que echar la vista atrás. Durante la infancia, nuestra vida depende realmente de los demás. Necesitamos cuidados de toda índole (afecto, protección, nutrición…) y no tenemos otra alternativa que prestar atención a nuestras figuras de apego. Cada historia es distinta, pero a veces sacrificamos partes propias para obtener aceptación, protección, amor, evitar que se enfaden, que nos abandonen. Podemos recibir mensajes tipo “pórtate bien y te querremos más”, “estoy triste por tu culpa” y seremos víctimas de chantajes (quizás no malintencionados, pero chantajes al fin y al cabo). Ceder en esos momentos, sin darnos cuenta, con nuestros cuerpos y mentes infantiles, nos da ciertos beneficios inmediatos a cambio de pagar un precio. Un precio que puede ser la sensación de abandono, ya sea real o imaginario. Abandono que desaparece por arte de magia con una idea: El príncipe azul. Pero… habíamos quedado en que no existe.

La realidad:

Nuestras parejas, lejos de ser una mitad perfecta, tienen vida y deseos propios. A veces confluirán y a veces no. Eventualmente, tomarán caminos separados. Si nuestros cimientos no están bien asentados, reviviremos las sensaciones de abandono en la infancia. En esos momentos recurriremos a muchas opciones, tapando el vacío con mitos, compras, comida, juegos, drogas, etc. Sin embargo, lo que realmente hay que fortalecer para poder tener otro tipo de relaciones son nuestros cimientos.

El futuro es nuestro:

Hay quien pasa toda la vida esperando a que alguien (su padre, su madre, su pareja…) se haga cargo de su bienestar, protección y cuidados. Hay quien nunca se permite recapacitar sobre lo vivido. Sin embargo, hay quien encuentra el valor para hacerlo, compensar sus carencias, sanar sus heridas, sentir plenitud y hacer otro tipo de vínculos. Relaciones más sanas, fuertes y equilibradas, no basadas en la dependencia o el miedo, sino en la libertad y el placer.

Autor: Jacobo Blanco. Psicoterapeuta de Nara psicología.

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