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El Síndrome de la Impostora .

Siento que soy un fraude” “Tarde o temprano los/as demás se van a dar cuenta de que en realidad no soy tan buena cómo piensan” “La verdad, que creo que estoy donde estoy porque he tenido suerte”. Muchas mujeres traen a terapia este discurso en el que se cuestionan su posición, infravalorando sus logros y achacando sus éxitos a la suerte. ¿Te suena el Síndrome de la Impostora? En este artículo vamos a hablar de él y cómo influye en nuestra salud mental.

El Síndrome de la Impostora (también conocido como Síndrome del fraude) se define como aquella situación que genera malestar emocional (tristeza, culpa, enfado, ansiedad…) cuando la persona en cuestión no cree merecer una posición laboral o social que ha alcanzado, no integrando los éxitos que se han conseguido y necesitando una validación constante del exterior. Veamos algunas de sus características:

-Falta de seguridad en una misma y en los logros, siendo difícil identificar los puntos fuertes y de reconocer los éxitos, viviéndolos como ajenos.

-Bloqueos a la hora de realizar la tarea, ya que no se ven capaces, entrando en un bucle de frustración y culpa.

-Necesidad de validación del exterior por parte de un/a superior y sentimiento de tristeza y de haber decepcionado cuando ese reconocimiento no está presente.

Diferenciamos varios tipos de síndrome de la impostora, en concreto estos cinco:

  • La perfeccionista: el nivel de exigencia es desproporcionado, planteando metas imposibles que generan sentimientos de frustración.
  • La experta: se caracteriza por una duda constante sobre sus conocimientos y capacidades, no creyendo nunca que lo que sabe es suficiente.
  • La superwoman: se hace cargo de responsabilidades que no le corresponden ya que así demuestra que puede con todo, generando una sensación de sobrecarga constante.
  • La “Yo lo hago todo”: el rasgo más destacable es la incapacidad para pedir ayuda, que se entiende como un rasgo de debilidad. Pedir ayuda significa ser vulnerable y al no querer posicionarse ahí se convierten en personas demasiado independientes, encontrándose solas en muchas ocasiones.
  • La genia: este tipo se caracteriza por la creencia de que las cosas tienen que salir perfectas a la primera y que los fallos no están permitidos. Cuando esto no sucede se frustran y dirigen fuertes críticas hacia sí mismas.

El síndrome de la impostora tiene que ver con la autoestima, con una falta de confianza en sí misma. En el origen de esta falta de confianza podemos encontrar varios factores entre los que destacan la educación en la familia de origen que se caracteriza por un déficit en la valoración de los logros o una exigencia muy elevada (“nunca es suficiente”), lo cual genera una percepción de los éxitos distorsionada que se atribuyen al azar y no a capacidades propias.

Por supuesto, la socialización diferencial también juega su papel y explica por qué las mujeres sufrimos más este tipo de malestares. La ausencia de presencia en espacios públicos, la falta de referentes femeninos en puestos de tomas de decisiones y algunas características asociadas tradicionalmente a la feminidad influyen en cómo construimos nuestra autoestima y cómo nos enfrentamos al mundo posteriormente. El ámbito laboral no nos ha pertenecido hasta hace pocas décadas, incluso habría que plantearse si decir que “nos pertenece” a día de hoy es correcto ya que, aunque nos hemos incorporado al mercado laboral, no gozamos de los mismos privilegios que nuestros compañeros varones. Por eso, cada vez es más frecuente encontrar a mujeres que se reconocen como impostoras.

Si te has sentido identificada con los indicadores de este artículo ponte en manos de una persona profesional que te pueda ayudar a entender de dónde proviene y poder tener herramientas para que este no sea un impedimento en tu vida.

 

Isabel Trasobares Peyrona

Psicoterapeuta de Nara Psicología.

 

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