El 29 de septiembre se celebra el Día Internacional del Corazón. Hoy en día sabemos que el órgano que controla y dirige nuestro comportamiento es el cerebro, pero esta idea no estuvo tan clara hasta el siglo pasado. A lo largo de la historia se ha considerado el corazón como el órgano responsable de gestionar las emociones, siendo el amor su principal emoción. Su símbolo, poco parecido a la forma del órgano real, se ha convertido en la representación mundial de ese sentimiento.
Son varias las teorías sobre la evolución del símbolo del corazón que nos arroja la literatura. Se dice que las primeras representaciones de este símbolo geométrico se encuentran en pinturas rupestres de la prehistoria, aunque se cree que nada tenía que ver con la idea del amor sino más bien como una representación de algún elemento de la naturaleza como un fruto, semilla o alguna hoja. Se estima que durante algunos siglos se siguió utilizando este símbolo para representar esa idea vegetal, la importancia de la semilla o del fruto como nacimiento de la naturaleza, de la vida.
En el antiguo Egipto se encuentran representaciones del corazón más fieles a la forma anatómica del órgano real. El corazón se entiende como el lugar donde confluyen y se mantienen el pensamiento y los sentimientos humanos a la vez, por ello es representado en los papiros con forma de vasija, recipiente encargado de guardar lo más valioso del ser humano. En este caso se compara con un objeto físico pero aún no se establece ninguna metáfora respecto al sentimiento concreto del amor.
La siguiente civilización en utilizar el ideograma del corazón fue la antigua Grecia, donde se hallaron en la Colonia de Cirene monedas de plata con el símbolo del corazón como conocemos actualmente. Se cree que nada tenía que ver con la idea del amor, sino de nuevo la representación de una planta.
Habría que esperar hasta la Edad Media en Europa para empezar a enlazar el símbolo del corazón con la idea de amor. Una de las teorías que encontramos en la literatura es que la primera representación donde podemos observar esta asociación aparece en el romance medieval llamado Le roman de la poire. En esta novela de caballería, el amor tiene un papel principal en sus narraciones y en el ideal de cortejo. Es aquí donde supuestamente aparece por primera vez la primera metáfora del corazón como amor romántico donde en una de las ilustraciones del romance se observa cómo el protagonista ofrece un corazón a su amada, símbolo del amor que le procesa. En esta ilustración parisina de mediados del siglo XIII la forma del corazón empieza a apreciarse cierta simetría y parecido con el ideograma de corazón actual.
Se cree que desde el siglo XVII en adelante el símbolo geométrico del corazón se generaliza con ese significado debido al intercambio de tarjetas en el día de San Valentín. En Reino Unido se comenzó a forjar esta tradición que más tarde se extendería internacionalmente. El 14 de febrero se celebra este día, el día del amor. Y aunque en algunos países se rescata también la tradición de resaltar en este día el amor hacia relaciones de amistad y familiares, es el amor de pareja es que mayormente se celebra.
Es interesante que después de conocer mejor la historia de este símbolo podamos hacer una pequeña reflexión sobre la idea romántica que tenemos de las relaciones de pareja. El ideal ha sido colonizado por todos aquellos valores de los que se ha ido cargando el ideograma a lo largo de la historia.
Como ya hemos visto, el corazón como idea de amor surge de aquellos romances caballerescos donde el amor es idealizado, alzado a un estrato superior, considerado por la persona que lo experimenta como un sentimiento superior incluso a las puras necesidades fisiológicas. Con el amor romántico, se forjan obsesiones por la búsqueda de esa otra persona que nos complete partiendo entonces de la idea de que somos seres carentes que necesitamos una persona que colme nuestra felicidad o que nos salve de todo aquello que no lo es. Esta idealización muchas veces se traduce en la negación de los propios deseos o necesidades, mientras se generan relaciones de dependencia.
Es necesario identificar, reflexionar y generar cambios para seguir evolucionando hacia ideales de amor más sanos y funcionales.
Elisa Roca Albertos
Psicóloga Nara