El 25N y la violencia contra las mujeres

 

El 17 de diciembre de 1999 la Asamblea General de la ONU designa el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Esta resolución fue aprobada por 60 gobiernos y se entendió como un punto de partida para iniciar una sensibilización y concienciación de manera mundial sobre un tema hasta entonces tratado como tabú.

Actualmente, a punto de entrar en el 2022, la violencia contra las mujeres sigue siendo aún en algunas partes del mundo un tema oculto, y en otras, aunque más señalado, una problemática social de carácter urgente.

En estos años, lo primero que hemos necesitado como sociedad es entender la violencia de género como algo estructural ya que de esta manera posibilita pasar del análisis de lo privado y lo íntimo hacia lo público, lo social y lo político. Esto nos permite dejar de hablar de un caso aislado poniendo el foco en el comportamiento o personalidad de una mujer en concreto para hablar de un sistema social donde las relaciones de poder y la dominación de los hombres hacia las mujeres dan forma a su estructura. Este sistema se llama patriarcado.

Son muchas las personas y colectivos de esta sociedad los que siguen entendiendo que la violencia de género es solamente la violencia física, ya que es ésta la forma de violencia más explícita y por ello la más fácil de reconocer. Esta idea genera y perpetúa la revictimización de las mujeres, ya que cuando logran alzar la voz, pedir ayuda o denunciar, con la dificultad que ello supone, se las cuestiona o no se las cree si no tienen marcas visibles en el cuerpo. Esto tiene un impacto brutal en la psique de una mujer que aparte de la violencia sufrida también la recibe de un sistema que no protege y que pone en duda sus vivencias. Por ello es importante seguir haciendo hincapié en que dentro de la violencia de género hay muchos tipos de violencias diferentes como también muchos tabúes que derribar.

Cada vez se han ido identificando más tipos de violencia de género. A las más nombradas  como son la física, la psicológica, la sexual, la económica y la simbólica,  se le han añadido la obstétrica y la vicaria. La violencia obstétrica se entiende como la violencia que sufren las mujeres gestantes y puérperas a manos de las instituciones sanitarias, a través, por ejemplo, de la sobremedicación, el maltrato en procesos hormonales vulnerables o la falta de información. La violencia vicaria se trata de un tipo de violencia donde los hombres utilizan a un tercero para hacer daño a las mujeres, como por ejemplo a sus hijos e hijas.

En España en 2004 se aprobó la Ley Orgánica 1/2004 con la intención de aumentar la protección de las mujeres que sufrían malos tratos por parte de sus parejas y exparejas así como sensibilizar a la sociedad acerca de esta problemática. Esta Ley definió la violencia de género como “…manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aún sin convivencia». Con esta definición se considera víctima de violencia de género sólo a las mujeres que tengan o hayan tenido una relación sentimental con el agresor, por tanto fuera del marco de pareja no se entendería como tal. Esta descripción se queda muy escasa ya que deja fuera muchas agresiones que responden al mismo sistema de dominación contra las mujeres, como puede ser el ejercitado por un familiar varón, un vecino, un desconocido o todo un sistema. Por ello actualmente el ministerio de igualdad de España ha anunciado que pretende a partir de enero de 2022 contabilizar todos los asesinatos machistas contra las mujeres y diferenciarlos en diferentes categorías dependiendo de quién sea el perpetrador.

Desde 2014, debido al asesinato que cometió José Bretón contra sus hijos, se empieza a considerar también víctimas de violencia de género a los hijos e hijas de las mujeres que sufren este tipo de violencia.

Actualmente, como ya hemos visto, tenemos leyes cada vez más protectoras con las mujeres. Sin embargo estas no son suficientes si quienes deben hacerlas cumplir no conocen o entienden el funcionamiento estructural de la violencia de género. Por ello, son muchos los colectivos que exigen que aparte de sensibilizar y educar a la sociedad en feminismo y buenos tratos como forma de erradicación de la violencia,  se pueda formar y sensibilizar además a todos los actores directos que tratan con casos de violencia de género, desde la policía, a unidades de emergencia, pasando por los sanitarios hasta los juzgados. Las actuaciones de todos ellos serán determinantes para las mujeres ya que podrán ser factores de protección ayudando a la reparación de la violencia sufrida, o por el contrario factores de riesgo que aumenten el impacto traumático de lo vivido.

Elisa Roca Albertos

Psicóloga en Nara

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