Día Internacional de la Danza

El próximo jueves 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza. Desde Nara Psicología queremos unirnos a esta celebración y dedicar este artículo a plantear cómo, a través del movimiento, podemos incrementar nuestro bienestar físico y psicológico.

Hace tiempo que se ha demostrado que bailar repercute positivamente en nuestra salud: favorece un buen funcionamiento del corazón y los demás músculos de nuestro cuerpo e incluso mejora nuestra memoria, pudiendo ayudar a revertir la pérdida de volumen en el hipocampo en personas con demencia (Hamill, Smith y Röhricht, 2011), además de disminuir el estrés.

A nivel general, numerosos estudios aseguran que sus beneficios abarcan desde el ámbito de la salud (mejorando el rendimiento cardiopulmonar y ayudando a prevenir o estabilizar patologías como la diabetes) hasta el ámbito psicológico, favoreciendo el aumento de la seguridad y confianza personal (Lázara, 2010), dando como resultado la reducción de tensiones y el incremento de un estado de ánimo positivo y estable.

En el artículo de hoy nos gustaría también resaltar la utilidad del movimiento para favorecer el procesamiento emocional. En este punto cabe recordar que nuestra forma de sentir las emociones es a través del cuerpo, además de con la mente. Autores como Van der Kolk (2015) han señalado que las experiencias difíciles o de alta intensidad emocional se guardan en la memoria corporal implícita y cambian nuestro sistema nervioso. Cuando esto sucede, podemos llegar a sentirnos desbordadas/os y puede dificultase el procesamiento emocional de la situación, dando como resultado que tratemos de reprimir nuestras emociones o que acabemos somatizándolas en forma de dolores físicos, causándonos problemas.

Para poder autorregularnos y sentirnos mejor cuando atravesamos situaciones de alta intensidad emocional podemos emplear distintos tipos de estrategias. Algunas de las estrategias que podemos ir desarrollando en el proceso terapéutico se denominan «top down» (de arriba a abajo) y están relacionadas con lo cognitivo y lo relacional (como por ejemplo llamar a una amiga y contarle cómo nos sentimos o escribir en nuestro cuaderno) pero existen también otro tipo de estrategias denominadas «bottom up» (de abajo a arriba) corporales o creativas que también pueden sernos de gran ayuda.

Así, podemos emplear el cuerpo y la música para ayudarnos a desatar emociones reprimidas, a procesar la rabia o la tristeza o generar un aporte extra de endorfinas. A modo de ejemplo, puedes probar a utilizar música muy rítmica para sacar la euforia o música más triste para favorecer seguir sintiendo la tristeza si te cuesta conectar con ella. Del mismo modo, podrías seleccionar canciones que te conecten con la rabia para ir poco a poco permitiéndote expresarla a través del movimiento.

Dicho esto, bailar no es la única estrategia de este tipo que tenemos disponible. Otras estrategias «bottom up» serían practicar deporte, meditar, pintar, caminar o realizar ejercicios de respiración o enraizamiento.

Para terminar, nos gustaría señalar que no a todo el mundo le sirve bailar. Es posible incluso que haya personas a las que les pueda generar aún más agobio o angustia. Por eso, os animamos a que probéis y vayáis encontrando lo que a vosotras/os os sirve y os ayuda.

Elena Taranco Pérez

Psicóloga en Nara Psicología

Referencias

Hamill, M., Smith, L. y Röhricht, F. (2011). ‘Dancing down memory lane’: Circle dancing as a psychotherapeutic intervention in dementia—a pilot study. http://www.free2move.at/wp-content/uploads/2013/studien/studie_demenz.pdf

Lázara, B. (2010). La danzaterapia, una opción saludable y divertida para elevar la calidad de vida de las personas de cualquier edad. Pódium, 5 (2). https://bit.ly/3ijd943

Van der Kolk, B. (2015). El cuerpo lleva la cuenta. Eleftheria.

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