La autoestima es el conjunto de sentimientos, pensamientos y conductas que hacen que una persona se sienta digna de ser valorada y querida, aceptada, respetada por sí misma sin depender para ello de la valoración y el cariño de los demás.
Teresa y Ana eran dos hermanas que vivían en un pequeño pueblo, junto a sus padres y sus dos hermanos. Teresa era la hermana mayor, menos agraciada físicamente que Ana, y aunque era muy viva e inteligente, sentía muchas veces que vivía en otro universo, que no encajaba, se percibía diferente, caótica, díscola, indisciplinada, revoltosa y contestaria. Siempre se vivió como insuficiente en la mirada de su madre, sobre todo cuando se comparaba con la dulce Ana, quien, según su madre, era una niña verdaderamente preciosa, dulce, de formas delicadas, disciplinada, metódica, diligente y constante. Teresa vivía constantemente buscando la aprobación de su madre, pero cuanto más se esforzaba, más sentía que era incompleta a sus ojos. La madre de Teresa era una mujer inteligente y carismática, y a pesar de ser una mujer formada y con inquietudes, vivió siempre sometida a su marido.
En cambio, Teresa, con su padre, a pesar de ser una persona autoritaria y rigurosa, disfrutaba con él de cierta complicidad, les gustaba soñar, imaginar, reírse juntos…y aunque no disponía de mucho tiempo para ella, los instantes que compartían perduraban en su corazón como un reconfortante aliento en su vida.
Consecuencias a medio y largo plazo
Con el tiempo, las dos hermanas crecieron y Ana llegó a ser una mujer de éxito, se doctoró en medicina, viajó mucho y formó una bonita familia. En cambio, Teresa solo pudo trabajar con su padre, siendo su secretaria y sintiendo que aportaba un valor a su admirado padre… Total, nadie mas la querría en un empleo normal.
Con el paso del tiempo, las dos hermanas se casaron, tuvieron hijos y mientras Ana disfrutó de una vida sana en familia, Teresa vivó sometida a quien en un principio dijo amarla, pero terminó sometiéndola. Parecía que Teresa no tuviera alternativa, no se valoraba, solo servía para servir… Era lo que, tanto por ejemplo como por sus continuas críticas, había aprendido de su madre.
Nuestros hijos aprenden más por imitación que por lecciones
Un análisis de esta historia de la vida real nos ayudará a entender “Cómo ayudar a nuestros hijos en su autoestima”
¿Qué salió mal? ¿Por qué siendo de la misma familia, aparentemente criadas en el mismo lugar y con las mismas influencias, una pudo tener una vida feliz y la otra terminó dependiendo de ansiolíticos y sintiéndose constantemente desgraciada?
La respuesta tiene mucho que ver con la forma en que educamos a nuestros hijos y el ejemplo que, sin decir una palabra, les damos a diario. Tengamos en cuenta que los hijos aprenden más por imitación que por lecciones.
¿Qué es la autoestima?
“La autoestima es el conjunto de sentimientos, pensamientos y conductas que hacen que una persona se sienta digna de ser: VALORADA Y QUERIDA, ACEPTADA, RESPETADA por SÍ misma sin depender PARA ELLO de la valoración y el cariño de los demás».
Partiendo de esta definición de la experta en autoestima Olga Castanyer, ahondaremos en las claves básicas para mejorar la autoestima de nuestros hijos. Así pues, os propongo algunos comportamientos efectivos para ello:
- Valoración y afecto: El apego, es decir, el vínculo afectivo que establecemos con ellos, proporciona la seguridad emocional del niño para ser aceptado y protegido incondicionalmente. Nuestros vínculos afectivos se basan en la relación con nuestros cuidadores principales, y nos proporcionan esa seguridad interna y externa necesaria para identificar y arraigar nuestras fortalezas. Cuidar el vínculo afectivo es apoyarle en su crecimiento, favorecer el contacto físico, mostrar interés y darse tiempos para conversar con ellos, disfrutándolo. Ser sensibles a sus emociones, confiar honestamente, animarlos en su experiencia de abrirse al mundo y tener la seguridad de que, a pesar de todo lo que acontezca en ese proceso, sus padres seguirán sosteniéndoles y apoyándoles. Si este apego se realiza de forma segura, tendrán un modelo para relacionarse de forma efectiva con otros, sabrán expresar sus emociones, identificar sus necesidades y pedir el apoyo que necesiten. Construir esa base segura donde puedan comunicarse verdaderamente con nosotros y donde perciban esa confianza en ellos, fomentará esa sana autoestima.
- Aceptación: el aceptarlos tal y como son, es el primer paso para que puedan desarrollar su potencial. Para ello, es fundamental ser un espejo donde se puedan mirar desde la honestidad, donde puedan construir una imagen realista de sí mismos, con sus fortalezas, puntos ciegos y debilidades. Y en este punto, es muy importante distinguir entre lo que son y cómo se comportan, valorarles por lo especial que hay en ellos, sus cualidades, y no tanto por los resultados que obtienen.
- Respeto: Si desde bebés los hacemos sentir respetados, nunca nadie podrá irrespetarlos. Se valorarán y nunca permitirán que nadie los infravalore, nadie jamás podrá someterlos y tendrán la capacidad de irse de cualquier lugar o situación en la que no se hallen cómodos.
- No comparar jamás: Todos somos diferentes y si comparamos a nuestros hijos, siendo ellos los desfavorecidos, siempre se sentirán inferiores. Si sus padres que los amaban les decían que eran poca cosa, ¿qué se puede esperar de otros seres que no los aman?
- Nunca criticarlos: Si surge, ataque el problema, nunca a su hijo. No es buena idea hacer sentir mal a un niño porque haya hecho o dejado de hacer algo. Hay formas constructivas de corregir un mal comportamiento sin expresar que el niño “Es malo”. Los niños nunca son malos, aunque pueden hacer cosas malas. Repítale que es malo y además de creérselo, se esforzará por demostrarle que usted tiene razón.
- Respetar su autonomía: Desde muy pequeños, confie honestamente en ellos, apóyeles y refuérceles en los pequeños pasos que dan hacia la definición de su propia identidad.
Autora: Marta Navarro, Neurocoach sistémico y educativo. Directora de Teen Lab Coaching/Coach de ESINEC.