Las luces ya están puestas en las calles de Madrid y los anuncios de turrón inundan la televisión. Para muchas personas, esto es señal de alegría. Sin embargo, en Nara Psicología sabemos que para las familias que conviven con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), la llegada de la Navidad activa una señal de alarma interna muy distinta.
Las fiestas navideñas son, esencialmente, una sucesión de rituales alrededor de la comida y reuniones familiares intensas. Si sumamos la presión social, los comentarios sobre el cuerpo («¡qué guapa estás, has adelgazado!» o «¡come, que estás muy flaca!») y la ruptura de las rutinas, tenemos la «tormenta perfecta» para la ansiedad de vuestr@s hij@s y el estrés de todo el sistema familiar.
Hoy queremos dedicar este espacio a ofreceros calma y estrategia. Basándonos en el Tratamiento Basado en la Familia (FBT) —el enfoque con mayor evidencia científica para adolescentes con TCA —, os traemos una guía para transformar el campo de batalla de la mesa navideña en un espacio de contención y amor.
1. El cambio de mirada: Los padres y madres sois la solución, no el problema
Durante mucho tiempo, antiguas teorías psicológicas culpabilizaban a las familias (y especialmente a las madres) del origen de los trastornos alimentarios. Afortunadamente, la evidencia actual y el enfoque sistémico nos han permitido desterrar esos mitos.
En el modelo FBT, que aplicamos rigurosamente en Nara, partimos de una premisa empoderadora: los padres y madres sois el mejor recurso para la recuperación de vuestr@ hij@. Nadie conoce a vuestro hijo o hija mejor que vosotr@s.
En estas fechas, vuestro rol es fundamental. No como policías que vigilan calorías, sino como una «corteza cerebral externa» que ayuda al adolescente a regularse cuando la enfermedad intenta tomar el control. Vuestra presencia firme y amorosa es lo que permite reducir el conflicto y mejorar el funcionamiento familiar.
2. Anticipación: El antídoto contra la ansiedad
La improvisación es la peor enemiga de un TCA. La ansiedad se dispara ante la incertidumbre («¿Qué habrá de cenar?», «¿A qué hora?», «¿Me obligarán a comer turrón?»).
Desde una perspectiva sistémica, os recomendamos convocar una reunión del subsistema parental (padre, madre o cuidadores principales) antes de las fiestas. Diseñad un plan de acción:
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Pactad el menú con antelación: No dejéis sorpresas para el último momento. Si vuestr@ hij@ está en tratamiento nutricional, seguid las pautas de sus profesionales, pero informadle de qué se va a comer.
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Roles definidos: Decidid quién se sentará a su lado para dar apoyo (no para vigilar agresivamente, sino para acompañar) y quién se encargará de gestionar a los invitados o servir la comida.
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Plan B: Si la ansiedad se desborda en plena cena de Nochebuena, ¿cuál es la señal para retirarse un momento? Tener una «salida de emergencia» pactada reduce la sensación de encierro.
3. Externalizar el problema: «No es mi hija, es la enfermedad»
Una de las herramientas más potentes de las terapias posmodernas, como la narrativa de Michael White, es la externalización del problema. Consiste en separar a la persona de la patología: «La persona no es el problema, el problema es el problema».
En la cena de Navidad, es probable que vuestr@ hij@ se muestre irritable, manipulador@ o desafiante ante un plato de comida. En ese momento, respirad hondo y recordad: no es vuestr@ hij@ quien os habla, es el trastorno. Es la voz del miedo.
Intentad responder a la persona que hay detrás del miedo y no contraatacar a la enfermedad con gritos. Frases como «Veo que esto está siendo muy difícil para ti, estoy aquí contigo y vamos a hacerlo juntos» son mucho más efectivas que «¡Deja de montar el numerito y come de una vez!». La validación emocional baja las defensas; el juicio las levanta.
4. Gestión de la «familia extensa»: Abuelos, tíos y comentarios imprudentes
El sistema familiar nuclear (padres/madres e hij@s) suele estar entrenado en el manejo del TCA, pero el supersistema (abuelos, tíos, primos) a menudo desconoce la gravedad de la situación o tiene creencias antiguas.
Es habitual escuchar frases bienintencionadas pero dañinas como: «¿No vas a comer más? Con lo que ha trabajado tu abuela…» o «¡Qué bien te veo! Has cogido unos kilitos». Para una mente con TCA, «bien» se traduce como «gordo/a», y la culpa por no comer puede ser devastadora.
Pautas para el subsistema parental:
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Actuad como filtro protector: Hablad con los familiares más cercanos antes de la cena. Explicadles claramente: «Estamos en un proceso de recuperación. Por favor, no hagáis ningún comentario sobre su cuerpo (ni para bien ni para mal) ni sobre la cantidad de comida que hay en su plato. Nosotros nos encargamos de eso».
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Límites claros: Si alguien hace un comentario inapropiado en la mesa, intervenid con suavidad pero con firmeza para cambiar de tema. Proteged a vuestr@ hij@ de tener que defenderse.
5. Más allá del plato: Recuperar el vínculo
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria tienden a «secuestrar» las relaciones familiares, haciendo que todas las conversaciones giren en torno a la comida y el peso. Esto genera un desgaste enorme y patrones de interacción rígidos.
Esta Navidad, intentad poner el foco en lo relacional, no solo en lo nutricional. La terapia sistémica nos enseña que todo es comunicación. Buscad momentos de conexión que no impliquen comida: decorar el árbol, ver una película clásica, juegos de mesa o simplemente charlar.
Recordad que la recuperación del ajuste social y la autoestima son objetivos tan importantes como la recuperación del peso. Si lográis que vuestr@ hij@ sonría durante un juego de cartas, habréis ganado una batalla importante contra la enfermedad, aunque la cena haya sido tensa.
Un mensaje de esperanza
Sabemos que estáis agotad@s. El camino de la recuperación de un TCA es una carrera de fondo, y las Navidades son una etapa de montaña de categoría especial. Pero la evidencia nos dice que el tratamiento funciona y que vuestra implicación activa mejora drásticamente el pronóstico, logrando una recuperación más rápida y sostenible.
En Nara Psicología, trabajamos codo a codo con las familias porque creemos en vuestra capacidad para sanar. No estáis sol@s en esta mesa.
Si sentís que la situación os desborda o necesitáis pautas específicas para gestionar los conflictos estas fiestas, nuestro equipo especializado en adolescentes y familias está disponible para ayudaros a recuperar la paz familiar.