Esta semana, el calendario nos marca una fecha que, para nosotr@s, no es una efeméride más: el Día de los Derechos Humanos. En Nara Psicología, nuestra identidad va mucho más allá de ser un centro clínico al uso; somos una empresa cooperativa de economía social y solidaria. Esto significa que nuestro modelo de gestión es democrático y que priorizamos valores como la equidad y la justicia social.
Por eso, hoy queremos reflexionar sobre una premisa que atraviesa todo nuestro trabajo terapéutico: no existe salud mental real sin justicia social. Y para entender esto, necesitamos mirar más allá del individuo y observar el sistema en el que vivimos.
El malestar no siempre es «tuyo», a veces es del sistema
La psicología tradicional, esa que llamamos de «visión monádica», ha cometido históricamente un error fundamental: situar la patología exclusivamente dentro de la persona. Bajo esta lupa, si sientes ansiedad, el «fallo» está en tus neurotransmisores o en tu gestión emocional. Si estás deprimido o deprimida, es tu mente la que debe ser corregida.
Sin embargo, desde la perspectiva sistémica y holística con la que trabajamos en Nara, sabemos que esto es una verdad a medias. Los seres humanos somos sistemas abiertos que interactúan constantemente con su entorno. Si el entorno es hostil, precario o violento, el síntoma (la ansiedad, el insomnio, la tristeza) no es un error de funcionamiento, sino una respuesta lógica y adaptativa a un contexto disfuncional.
¿Cómo podemos hablar de «curar» la ansiedad de una madre soltera que no llega a fin de mes sin hablar de la precariedad laboral? ¿Cómo vamos a abordar la depresión de un joven LGTBIQ+ sin señalar la homofobia estructural? En estos casos, la terapia no debe servir para «adaptar» a la persona a un sistema injusto, sino para acompañarla en la validación de su sufrimiento.
La mirada violeta: Terapia Sistémica Feminista
Dentro de las corrientes posmodernas que aplicamos, la Terapia Feminista ocupa un lugar central en nuestro enfoque. Referentes como Thelma Jean Goodrich nos enseñaron que ignorar el género en terapia es una negligencia ética.
Vivimos en una sociedad que socializa a hombres y mujeres de manera diferente, asignando roles que a menudo se convierten en jaulas. En nuestra consulta vemos a diario las consecuencias de estos mandatos:
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Mujeres «para l@s otr@s»: Muchas mujeres llegan a terapia agotadas, cargando con el peso del cuidado emocional de toda la familia. Han sido educadas para priorizar las necesidades ajenas sobre las propias, pasando de ser «hijas de» a «esposas de» o «madres de». Nuestro trabajo terapéutico, utilizando la dialógica y la deconstrucción, busca facilitar el tránsito hacia ser una «mujer para sí misma». No es egoísmo; es supervivencia y salud.
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Violencias invisibles: A menudo, el malestar psicológico es la huella de micro-violencias cotidianas, desigualdades en la pareja o discriminación laboral. La terapia feminista ayuda a poner nombre a estas experiencias, sacándolas del terreno de lo «privado» y personal para entenderlas como fenómenos estructurales.
El terapeuta no es neutral (y eso es bueno)
Durante décadas, la «Cibernética de Primer Orden» nos dijo que el terapeuta debía ser un observador externo, objetivo y neutral. Se suponía que debíamos mirar a la familia desde fuera, sin involucrarnos.
Afortunadamente, la evolución hacia la Cibernética de Segundo Orden y el construccionismo social nos ha permitido entender que la objetividad es un mito. El terapeuta o la terapeuta siempre influye en lo observado y sus valores están presentes en la sala.
En Nara asumimos esta responsabilidad éticamente. Reconocemos que no podemos ser neutrales ante la injusticia. Si detectamos situaciones de abuso, desigualdad de poder o violencia de género, nuestro silencio no sería neutralidad, sería complicidad.
Convertimos la terapia en un encuentro entre dos expertos: el terapeuta (experto en gestión del cambio) y el paciente (experto en su propia vida). Juntos, co-construimos una nueva realidad donde los derechos de la persona sean respetados.
La «Deconstrucción» como herramienta de cambio
¿Cómo aplicamos esto en la sesión del día a día? Una de nuestras herramientas favoritas, proveniente de las terapias narrativas y conversacionales, es la deconstrucción.
Muchas veces, las personas llegan a consulta dominadas por «relatos saturados de problemas» que la sociedad les ha impuesto. Por ejemplo: «Soy una mala madre porque trabajo muchas horas» o «No soy lo suficientemente fuerte porque lloro».
En la terapia conversacional, sostenemos que los problemas existen y se mantienen en el lenguaje. Al conversar y cuestionar estas verdades absolutas («¿Quién dice que trabajar te hace mala madre?», «¿A quién beneficia que creas eso?»), los dilemas empiezan a disolverse. Ayudamos a l@s pacientes a separar su identidad de los mandatos sociales opresivos.
Un ecosistema de bienestar
Nuestra misión en Nara es contribuir a una sociedad justa y saludable. Por eso, entendemos nuestro centro como un «ecosistema de bienestar». No somos solo un lugar para reparar daños individuales; somos un espacio de resistencia y de cuidado colectivo.
Ya sea en nuestros grupos de «Ranuras para el cambio», en nuestros talleres de Mindfulness o en la consulta individual, el objetivo es el mismo: que cada persona se sienta escuchada, validada y capaz de retomar las riendas de su vida, no a pesar de sus circunstancias, sino integrándolas y transformándolas.
En este Día de los Derechos Humanos, recordamos que cuidar tu salud mental es también un acto político. Es reivindicar tu derecho a estar bien, a ser tratad@ con dignidad y a construir relaciones basadas en el respeto y la equidad.
Si sientes que el peso del entorno te está aplastando, recuerda que en la calle Tomás Bretón y en nuestra consulta online, tienes un equipo dispuesto a sostenerte y a luchar a tu lado.