En el calendario de Nara Psicología, diciembre empieza con una fecha que nos toca de cerca por nuestra filosofía inclusiva: el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Sin embargo, hoy no queremos hablar de la discapacidad desde la medicina, ni siquiera desde la psicología individual. Hoy queremos invitar a l@s lector@s a ponerse las «gafas sistémicas» para entender qué ocurre de puertas para adentro cuando la diversidad funcional entra en casa.
La psicología tradicional —esa que llamamos de «visión monádica»— ha tendido históricamente a centrarse en el individuo. Bajo ese foco, si un niño o una niña tiene una discapacidad, la intervención se limita a «arreglar» o «paliar» sus déficits. Pero, ¿qué pasa con sus herman@s? ¿Qué ocurre con la relación de pareja de sus padres y madres? ¿Cómo se reorganizan los afectos y las obligaciones?
En nuestra cooperativa entendemos que el sistema es más que la suma de sus partes. Por eso, cuando hablamos de discapacidad, no hablamos de un «paciente», sino de una familia que necesita re-danzar sus relaciones para encontrar un nuevo equilibrio.
Del «Paciente Identificado» al Sistema que Responde
Uno de los conceptos más liberadores de la terapia familiar es el paso de la causalidad lineal a la causalidad circular. En el modelo lineal (causa-efecto), podríamos pensar: «La familia está estresada porque el hijo tiene una discapacidad». Es una visión determinista y, a menudo, desesperanzadora.
Desde la perspectiva sistémica, ampliamos el foco. Observamos cómo las dinámicas relacionales y los patrones de interacción se ajustan en torno a esa realidad. A menudo, la persona con discapacidad acaba asumiendo el rol de «paciente identificado». Sin quererlo, el sistema familiar le asigna la etiqueta de «el problema», y toda la energía de la casa gira en torno a sus necesidades, sus crisis y sus tratamientos.
Esto, aunque nace del amor y el cuidado, tiene un riesgo: invisibilizar al resto y congelar el crecimiento de tod@s. Si papá y mamá solo hablan de las terapias del hijo, ¿dónde queda su espacio como pareja? Si l@s herman@s «sanos» aprenden que no deben dar problemas para no añadir carga, ¿quién escucha sus angustias?
Homeostasis y Cambio: El peligro de la «Rigidez»
Las familias son sistemas vivos que buscan dos cosas contradictorias: mantenerse estables (homeostasis) y cambiar para crecer (morfogénesis).
Cuando llega un diagnóstico de discapacidad —ya sea al nacer, en la adolescencia o tras un accidente en la vida adulta—, el sistema recibe un impacto brutal. Es lo que en teoría de sistemas llamamos un feedback positivo que obliga al cambio. La familia debe cambiar sus reglas para sobrevivir.
El problema surge cuando, pasado el shock inicial, la familia se instala en una homeostasis rígida. Por ejemplo, una madre que se vuelca al 100% en el cuidado (fusionándose con el hijo o la hija) y un padre que se refugia en el trabajo para sostener la economía (distanciándose emocionalmente). Este patrón puede funcionar un tiempo, pero a la larga crea estructuras disfuncionales:
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Aglutinamiento: Relaciones tan cercanas y fusionadas que no permiten la autonomía individual.
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Límites difusos: Donde no está claro dónde termina la necesidad del hijo o la hija y dónde empieza la vida propia de l@s cuidador@s.
En terapia, nuestro objetivo no es «curar» la discapacidad, sino flexibilizar esa estructura. Ayudamos a que el sistema diga «sí» al cambio y a la evolución, permitiendo que cada miembro recupere su propia voz.
Una mirada de género: ¿Quién cuida al sistema?
Como centro con una misión de justicia social y perspectiva de género, no podemos ignorar una realidad estadística: el cuidado sigue teniendo rostro de mujer.
En muchas de las familias que acompañamos, observamos cómo las madres, abuelas o hermanas mayores asumen desproporcionadamente la carga mental y física de la gestión de la discapacidad. Esto no es solo un «problema familiar», es un síntoma de una estructura social que privatiza los cuidados.
Desde nuestra Terapia Feminista , trabajamos para que las mujeres de la familia pasen de ser «mujeres para l@s otr@s» (cuidadoras abnegadas que anulan su identidad) a ser «mujeres para sí mismas». Esto implica redistribuir roles dentro del sistema familiar, desafiando la idea de que el sacrificio es sinónimo de amor. Involucrar a los padres y a los hombres de la familia en la esfera emocional y de cuidados no es solo una ayuda logística; es una intervención terapéutica que repara vínculos y ofrece nuevos modelos relacionales a l@s hij@s.
Herramientas para l@s lectores: El mapa de vuestra familia
Si estás leyendo esto y convives con la discapacidad en tu entorno familiar, te invitamos a reflexionar sobre vuestro «mapa». En Nara utilizamos herramientas como el Genograma, que es mucho más que un árbol genealógico. Nos permite ver, de un vistazo, cómo se han transmitido los patrones de cuidado a través de las generaciones .
Pregúntate:
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¿Cómo son las líneas que os unen? ¿Son líneas de fusión (tres rayas paralelas) donde no hay aire para respirar? ¿O hay líneas distantes con algunos miembros que «huyeron» del dolor familiar?.
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¿Quiénes son l@s aliad@s? ¿Sientes que tienes un equipo en casa o que estás sol@ contra el mundo?
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¿Qué narrativa domina? ¿Es una historia de «tragedia y sacrificio» o una de «resiliencia y adaptación»?
Rompiendo la etiqueta
Para terminar, queremos recordar una premisa de la Terapia Narrativa que nos encanta: «La persona no es el problema, el problema es el problema».
Tu hijo, tu hermana o tu pareja no «es» su discapacidad. La discapacidad es una circunstancia con la que vuestro sistema tiene que convivir, pero no debe definir vuestra identidad total. Cuando logramos externalizar el problema, recuperamos el poder para escribir una historia diferente.
En Nara Psicología, nuestro equipo multidisciplinar está aquí para acompañar a todo el sistema: a quien tiene el diagnóstico, a l@s cuidador@s agotad@s y a l@s herman@s que buscan su lugar. Porque creemos que la salud mental es un proyecto colectivo, y nadie debería tener que sostener el mundo sol@.
Si sientes que tu sistema familiar necesita reajustar sus piezas para que tod@s podáis brillar, nuestras puertas en la zona de Delicias (y nuestra sala virtual) están abiertas para vosotr@s.