El ser humano es un animal de costumbres. Nuestro cuerpo agradece las rutinas. Sin embargo, con el cambio de horario de octubre retrasamos la hora y lo forzamos. A las tres de la madrugada del domingo vuelven a ser las dos. Así que es muy probable que a partir de ahora nos levantemos antes incluso de que salga el sol.
Con el cambio te sientes más cansado
Nuestro cuerpo se activa con la luz, así que el efecto de levantarse cuando aún es oscuro produce una mayor sensación de cansancio. Una sensación que puede alargarse durante el día, con la impresión de que no podemos llegar a todo.
El retraso de una hora también provoca que anochezca más temprano. El cuerpo empieza a segregar melatonina (la hormona que facilita el sueño) antes y por tanto tienes más sueño cuando aún estás activo. La sensación de cansancio se hace más evidente.
El reloj interno, básico en nuestra salud, se ve alterado al retrasar la hora
El ritmo biológico, ese reloj interno con el que funciona nuestro cuerpo, es básico en nuestra salud. Está comprobado que cuando se desregula nos afecta, como pueden constatar las personas con jet lag o los que tienen un trabajo nocturno. Además de cansancio, los problemas de estómago o el envejecimiento de la piel son algunos de los efectos comprobados.
También el desfase de una hora que se produce con el cambio de hora altera el ritmo biológico, aunque en menor medida.
Otros de los efectos que pueden derivar del cambio horario:
- Problemas con el sueño. No poder dormirse a la hora deseada.
- Falta de atención. Tenemos faltas de concentración producidas por un peor descanso.
- Irritabilidad.
- Molestias gástricas.
¿Cómo hacer el cambio más fácil a los niños?
La Asociación Española de Pediatría (AEP) aconseja adaptar las actividades rutinarias de juegos, comida y sueño de los niños con antelación para prevenir las alteraciones derivadas del cambio de horario.
Uno de los consejos que ayuda a que el cambio sea progresivo es intentar propiciar la entrada de luz natural 15 minutos antes de despertarlos o ir andando al colegio para estimular la serotonina.
Queda claro que, pese a que parezca algo nimio, los cambios horarios afectan de forma directa en nuestro organismo. Nuestro reloj interno se altera produciendo una serie de desequilibrios que, a veces, no son lo suficientemente grandes como para evidenciarse, pero que afectan de la misma manera a nuestra salud. Aún así, todos los expertos en la materia coinciden en remarcar que las molestias deben ser transitorias de, como máximo, una semana.
Tomarlo con calma, afrontar los desequilibrios y cambiar los hábitos de manera anticipada pueden ser las claves para olvidarnos de los inconvenientes de un cambio de hora que puede tener los días contados.
Cómo puedes adaptarte mejor al cambio:
Hay algunas cosas que puedes hacer para adaptarte al cambio horario de finales de octubre, para que no resulte tan “traumático”.
- No cambies bruscamente. Retrasa la hora de acostarte quince minutos cada día y levántate un poco más tarde. Si lo haces poco a poco a lo largo de una semana, el cambio será casi imperceptible. Puedes aplicar la misma regla con el horario de las comidas.
- No compenses el cansancio con siestas. Si lo haces, sobre todo si no estaba en tu hábito dormir siesta, alteras aún más tu reloj interno.
- Busca la luz solar. A medida que se acerca el invierno, cada vez tenemos menos horas de sol. Es importante que en cuanto tengas oportunidad la aproveches para que te lleguen sus rayos. Por ejemplo, con un paseo a mediodía.
- Haz ejercicio. El movimiento activa nuestro cuerpo. Pese a que pueda parecer contradictorio, el ejercicio físico te dará energía para poder llegar en mejores condiciones al final del día.
Las personas mayores de 50 años necesitan más tiempo para readaptarse
Estos consejos te ayudarán a una transición tranquila hacia el nuevo horario. De todas formas, no deja de ser un trastorno leve que no reviste mayores problemas. “Se ha visto que en apenas 4 días la gente suele adaptarse al cambio de horario”, aclara el doctor Francisco Marín, médico de atención primaria. “Aunque las personas de más de 50 años necesitan algún día más porque con el paso de los años disminuye la capacidad de adaptación”.
¿Por qué se cambia la hora?
Hemos pasado a tener dos épocas horarias. El último domingo de octubre entramos en el horario de invierno y a finales de marzo, en cambio, adelantamos el reloj para ponernos en horario de verano. Y todo este trastorno es porque se ha constatado que se ahorra energía. Como es difícil hacernos cambiar de hábitos, se fuerza el reloj para que nos levantemos antes y gastemos menos luz artificial.
La idea, que no ha dejado de suscitar interminables debates, no es nueva. En el siglo XIX ya se planteó y a principios del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, ya se puso en marcha, con la idea de ahorrar carbón, la principal energía en aquel momento.
La idea se volvió a retomar el año 1981. Los primeros años este cambio se hacía a finales de septiembre y desde 1996 se estableció que fuera en octubre. Se hace en Europa y en buena parte del resto del mundo. Aunque no todos los países lo aplican el mismo día.
¿El horario de verano es peor?
Si la norma es polémica, en España resulta aún más, puesto que ni siquiera tenemos el huso horario que nos correspondería, que es el del meridiano de Greenwich, el mismo que Inglaterra o Portugal. La razón es bien curiosa. Tras la Guerra Civil, el gobierno del general Franco adoptó el horario de sus aliados europeos, principalmente la Alemania de Hitler.
Después no se modificó ni con la llegada de la democracia. Lo sorprendente es que volver al horario que en teoría nos pertoca sería muy sencillo. Bastaría con no hacer nada. Cuando los demás países adelantan el reloj en marzo para ponerlo en horario de verano, si no lo hacemos, nos equipararíamos de nuevo al horario de Greenwich.
Al perder una hora de sueño empeoran las cefaleas y migrañas
Podría ser un pequeño respiro para nuestro cuerpo, puesto que el cambio de verano es aún peor. Como indica el doctor Marín, “cuando se adelanta el reloj una hora (en primavera) es más común sufrir una especie de jet lag. Durante esa época pueden agravarse patologías que empeoran al dormir poco o mal, como pueden ser las cefaleas y las migrañas”. Incluso hay estudios que sostienen que el quitarnos la hora de sueño eleva el riesgo de tener un ataque al corazón al día siguiente.
Texto: Saber Vivir y COPE