Cómo planificar tus vacaciones sin que la ansiedad te alcance

Las vacaciones suelen pintarse en nuestra mente como ese oasis soñado: sol, desconexión y risas. Sin embargo, preparar el viaje, encajar planes y tratar de “vivirlo todo” puede convertirse en fuente de tensión. A continuación encontrarás pasos sencillos y una voz cercana para que disfrutes tus días libres con más calma.

1. Entender por qué a veces nos ponemos nerviosos

Antes de cerrar la maleta, es común sentir:

  • Presión por aprovechar al máximo: la idea de “todo o nada” genera prisa.

  • Incertidumbre ante cambios: rutas, reservas o el simple hecho de salir de la rutina.

  • Tareas acumuladas: despedirse del trabajo, coordinar a la familia o amistades.

  • Comparaciones de redes: ver fotos perfectas de otr‍as viajer‍as puede hacernos dudar de nuestras propias expectativas.

Reconocer estas molestias es un gran primer paso: aceptar que un poco de nervios forma parte del proceso nos ayuda a soltar la culpa.


2. Cinco gestos para planificar con suavidad

  1. Listas amables

    • Divide tus apuntes en tres grupos:

      1. Antes de salir (reservas, documentos, maleta).

      2. En el destino (mapas, horarios, algún plan flexible).

      3. Al volver (descanso, poner la lavadora, volver a la rutina).

    • Marca fechas claras, pero deja margen para imprevistos y descansos.

  2. Elige lo esencial

    • Hazte la pregunta: “¿Qué me haría feliz de verdad?”

    • Destina un espacio libre en tu itinerario: ese hueco es para sentir, no para cumplir.

  3. Días sin mapas ni relojes

    • Reserva al menos una jornada donde no haya planes ni horarios.

    • Camina sin destino, lee un libro o simplemente quédate contemplando el paisaje.

  4. Comparte la aventura

    • Si viajas con más personas, reparte pequeñas tareas: quién lleva el cargador, quién busca el desayuno, quién anota ideas de excursiones.

    • Hablen de lo que cada une espera: ese diálogo previene malentendidos y hace el viaje más colaborativo.

  5. Respira y suelta

    • Cada mañana, antes de arrancar, respira hondo tres veces: inhala contando hasta cuatro, retén dos, exhala contando hasta seis.

    • Este gesto breve, repetido a diario, ayuda a poner el “piloto tranquilo” en marcha.


3. Mini-prácticas para el día a día

Respiración en cuatro tiempos

  1. Inhala por la nariz mientras piensas en espacios amplios.

  2. Retén el aire un instante.

  3. Exhala muy despacio, imaginando que dejas ir una piedrita.

  4. Repite tres veces antes de cada salida o tras un rato sentado.

Visualiza tu rincón favorito

Cierra los ojos y recrea un momento plácido: puede ser la orilla del mar, un bosque o un café tranquilo. Añade sonidos, colores y sensaciones. Cinco minutos de este “viaje mental” ayudan a calmar la mente.

Pequeño escaneo corporal

  • Siéntate o recuéstate.

  • Lleva la atención a cada parte del cuerpo, desde los pies hasta la cabeza.

  • Si notas tensión (hombros, mandíbula), respira ahí y suéltala con una exhalación larga.


4. ¿Y si los nervios siguen ahí?

Si, a pesar de estas ideas, sigues sintiendo que la ansiedad controla tus mañanas o tus noches, puede ser útil conversar con alguien de confianza o con una psicóloga. A veces, compartir lo que ronda tu mente basta para encontrar un nuevo punto de apoyo.


5. Disfruta con menos expectativas

El verdadero regalo de las vacaciones no es llenar la maleta de fotos, sino dejar espacio para lo inesperado. Un paseo sin rumbo, una charla improvisada o incluso un día de descanso absoluto pueden ser los recuerdos más valiosos.

Recuerda: planificar es importante, pero soltar los guiones y permitirse fluir marca la diferencia. ¡Que tus días libres sean tan suaves como tu deseo de descanso!

Necesitas ayuda?