ENCUADRE
El tema de las llamadas “nuevas” masculinidades hace referencia a ese conjunto de nuevas formas de ser y construirse como hombre que intentan reflexionar y actuar confrontando los roles de género heteropatriarcales. A las personas que ocupamos el rol de hombre se nos otorgan ciertos privilegios sobre las mujeres como la apropiación del espacio público de la palabra, el uso de la violencia, la fuerza bruta, el poder de decisión, salarios más altos, ocupar funciones representativas de grupos, y un largo etcétera que las mujeres y la lucha feminista llevan un largo tiempo reclamando. Este es el lugar de partida desde donde queremos empezar a pensar y cuestionarnos.
Y quería pensar con vosotras que este deconstruir las formas de relacionarnos de los hombres desde los privilegios que nos son otorgados en la sociedad de hoy en día hunde sus raíces en los malestares de la vida cotidiana. En muchas ocasiones, estos malestares se mantienen por la queja y se hallan invisibilizados, porque no se les pone palabra, ni se les da un lugar en el espacio público, ni un espacio de reflexión donde pensarlos.
MALESTARES DE LA VIDA COTIDIANA
Dichos malestares están en el conjunto de creencias colectivas – Imaginario Social- que todos presuponemos en las interacciones sociales y que, en ese manifestarse cotidiano, se refuerzan como mandatos hegemónicos. En concreto, observando los grupos familiares, las comunicaciones y las dinámicas de relación que se producen entre los hombres y las mujeres, nos encontramos con expresiones que se dirigen al hombre del tipo de:
– “Se dice que…”
- “…los hombres no hacen casi nada en casa.”
- “…ellos son así, racionales y nada emocionales.”
- “…los hombres no lloran y que tienen que ser fuertes.”
- “…los hombres buscan la eficacia, lo práctico, y no tanto darle vueltas a lo emocional”.
- “…cuando los hombres son padres no tienen que cogerse bajas de paternidad porque el cuidado de los hijos es cosas de las madres”.
- “…los hombres tienen que ayudar en casa”.
- “…los hombres no se tienen que dejar pisar por los demás”.
- “…los hombres tienen que pelear por su familia, por sus cosas, no pueden dejarse arrebatarlo”.
- “…es un buen hombre, trabaja mucho.”
- “…ese hombre es una máquina sexual. ¡Es la hostia!”
Este tipo de expresiones, u otras parecidas, nos las encontramos y no dejan de estar extendidas en la vida cotidiana cuando se hace referencia al hombre. Éstas, reforzadas y sostenidas por unos mandatos de género sobre lo masculino, van generando como un consenso social de cómo tiene que ser y comportarse un hombre, que tienden a invisibilizar una serie de malestares que se incorporan en la subjetividad masculina dentro del ámbito familiar y nadie se da cuenta de ellos, ni siquiera los propios protagonistas, los hombres, que, ni los identifican como tales ni les ponen medio para afrontarlos.
FORMAS DE MIRAR
La naturalización de estas situaciones se inserta en el conjunto de significados sociales, es decir, un imaginario en la sociedad, estructurado socialmente desde lógicas patriarcales y capitalistas. Estas lógicas binarias han construido socio-históricamente unos roles de género asignados al hombre y a la mujer de forma desigual, situando al hombre en ventaja respecto a la mujer y donde se ha hecho creer, como si fuera lo normal, que solamente hay una sola manera de ser hombre y de ser mujer, de expresarse como hombre y como mujer.
Desde el esquema de ProCC se ha sistematizado (Cucco, 2008) la caracterización de los roles masculino y femenino; en dicha sistematización ambos roles sociales aparecen dibujados a través de expropiaciones y compensaciones. Cuando hablamos de expropiaciones nos referimos a aquellas capacidades o potencialidades humanas que han sido “arrebatadas” a la persona durante el proceso de sociabilización, por parte de las lógicas patriarcales y capitalistas inmersas en la estructura social actual. Las “compensaciones” hacen referencia al poder que el sistema le asigna para compensar estas expropiaciones, siendo en el hombre un poder visibilizado en forma de privilegios (Cucco, 2010).
EXPROPIACIONES DE LAS QUE HACERNOS CARGO
En lo que se refiere al hombre, estas expropiaciones (Cucco, 2010) tienen que ver con: la capacidad de aprender (el hombre tiene que saberlo todo), a la capacidad de articular lo movimientos en la vida cotidiana (el hombre tiene que dedicarse a las tareas de fuera de casa para ser un buen proveedor, no un cuidador), a la capacidad de expresar y conectar con sus emociones-sentimientos (el hombre tiene que ser fuerte), a la capacidad de ejercer una paternidad corresponsable (el hombre tiene que ser un padre proveedor y protector), su capacidad de una sexualidad saludable (el hombre tiene que ser una máquina sexual), su capacidad de cuidar el cuerpo y autocuidarse (su cuerpo tiene que ser como una máquina, tiene que arriesgar).
Una de estas expropiaciones que considero dañina es la expropiación de la capacidad de expresión emocional del hombre. Es nuestro trabajo como hombres responsabilizarnos de lo que sentimos para no colocarlo en la mochila de nuestras parejas, hermanas, madres, amigas, etc. En el trabajo de exploración, identificación, reconocimiento, aceptación y expresión emocional podemos ayudarte en Nara psicología, incluyendo un enfoque humanista, integrador y feminista.
- Cucco García, M. y Sáenz Berbejillo, A. (2013). Escuela de madres y padres. Una propuesta de transformación social. Nuevosescritores.
- Cucco García, M., Córdova Llorca, M. D. y Rebollar Sánchez, M. A. (2010). La intervención sobre los malestares de la vida cotidiana. Eride Ediciones.
- CUCCO, M. (2008. Revisado 2015). Leer bien el enunciado para encontrar la solución al problema. II Encuentro de las Jornadas Provinciales de Mujer, Niñez, Adolescencia y Familia: «Género ¿una construcción social? Reflexión y debate sobre el rol de hombres y mujeres». Córdoba-Argentina / www.procc.org