¿Os habéis planteado alguna vez el poder sanador que tienen las relaciones? Es más habitual que escuchemos hablar sobre las relaciones tóxicas, las relaciones que nos dañan y el poder que esto tiene sobre aspectos tanto relacionales como individuales: nuestra autoestima, la seguridad en nosotras mismas, la confianza, etc. De una manera similar a la que algunas relaciones nos dañan, otras nos pueden sanar.
La primera relación que tenemos es con la persona que nos gesta y está demostrado que, desde antes de que nazcamos, esta relación está teniendo una influencia sobre nosotras, sobre todos nuestros sistemas. Una vez que salimos al mundo, se empiezan a establecer relaciones con nuestras figuras de apego. La relación con estas figuras nos abrirá el camino al mundo relacional y ahí aprenderemos muchas cosas sobre las relaciones, el mundo y nosotras mismas.
Se ha estudiado en profundidad desde la psicología y la medicina, la influencia que tienen estas primeras relaciones en la vida de la persona. El poder que tienen, tanto de dañar como de sanar. Una niña se cae y busca a su primera relación y la más significativa por el momento, para que le de sentido a su experiencia. El sentido de su experiencia puede ser que el mundo es un lugar seguro en el que tu figura significativa está ahí para cantarte el “cura sana” o que es mejor no contarle a esta figura lo que te ha pasado porque se va a enfadar. En nuestra cultura, el “cura sana” es un gran ejemplo práctico y a pequeña escala de cómo las relaciones curan. Te miro, estoy ahí, no me asusto, te toco dónde te has hecho daño… y “mágicamente” el dolor se pasa.
El pequeño o pequeña va creciendo y se va ampliando su universo relacional. Esto traerá relaciones con un potencial tanto dañino como sanador, aunque unas tendrán más influencia que otras sobre la persona. Sobre todo, dependerá de la importancia que esta relación tenga para la persona o la importancia que tenga el contexto o el suceso en el que tuvo lugar el encuentro relacional.
Un ejemplo de relación con un gran potencial sanador es la relación psicoterapéutica. Hace unos años, se investigó qué aspectos de la psicoterapia tenían mayor impacto en el cambio de las personas y se descubrió que el factor que más influye en este cambio es el vínculo establecido entre psicoterapeuta y paciente. Se observó que el hecho de que las personas nos sintamos en un espacio seguro, en confianza, escuchadas, etc., tiene un mayor impacto que, por ejemplo, la corriente psicológica que se utilice. Esto sucede porque las relaciones sanan, sentirte en un lugar seguro y con alguien que te apoya y acompaña en el proceso y un lugar al que puedes volver cuando te equivoques y cuando algo te duela, sana. Saber que una persona te va a estar esperando para ver qué a pasado y encontrar la manera que más te sirva a ti, sana. Que tu psicoterapeuta pueda comprender cómo te han dañado tus relaciones del pasado y ofrecerte una relación que se base en lo que necesitas reparar, sana.
Es importante que seamos conscientes de que nuestras relaciones pueden sanarnos a nosotros, nosotras y a las otras personas, poniendo atención y consciencia, siendo responsables afectivamente, cuidando nuestras heridas y las de las otras personas.
Inés Alonso Apausa
Psicoterapeuta en Nara Psicología