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Día Mundial de la Alimentación

Hoy, 16 de octubre de 2020, es el Día Mundial de la Alimentación (DMA).

Cultivar, nutrir, preservar. Juntxs. Nuestras acciones son nuestro futuro, es el lema de esta edición en la que se celebra el 75º aniversario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)

El Día Mundial de la Alimentación hace un llamamiento a la solidaridad mundial para ayudar a todas las poblaciones, y particularmente a las más vulnerables, para hacer que los sistemas alimentarios sean más resilientes y fuertes; de manera que puedan resistir el aumento de la volatilidad y los efectos del cambio y los cambios climáticos, para recuperarse de las diferentes crisis. También se reivindica el proporcionar la disponibilidad de alimentos asequibles y sostenibles para todas las personas, y medios de vida dignos para las trabajadoras y trabajadores del sistema alimentario. Esto requiere mejoras en los sistemas de protección social, la innovación y la digitalización, y prácticas agrícolas sostenibles que preserven los recursos naturales de la Tierra, nuestra salud y el clima. En estas tareas todas las personas tenemos un papel que desempeñar, desde aumentar la demanda general de alimentos nutritivos eligiendo alimentos de proximidad para no dejar que los hábitos sostenibles se queden por el camino y unirse al esfuerzo de solidaridad mundial, a pesar de la incertidumbre que todas las personas podemos experimentar en la actualidad.

La alimentación juega un papel fundamental en la vida de las personas. Esta afirmación puede resultar obvia si pensamos en la alimentación como fuente de nutrición. Si miramos más allá, la alimentación tiene una fuerte conexión emocional, social y relacional. Desde que las personas somos pequeñas, está conectada con una variedad de emociones e interacciones sociales. Hay alimentos asociados a la alegría (celebraciones, fiestas, etc.), a la tristeza, al enfado, a la soledad, etc. Esta relación de la alimentación con los estados emocionales suele comenzar incluso antes de que la persona sea consciente y se ve influenciada por las decisiones que las-os m-padres toman sobre el estilo de alimentación de sus hijas-os-es.

Si partimos de lo más simple, las personas hacemos muchas cosas, actuamos para evitar el dolor (a veces es inevitable y esto puede ser una trampa) o buscar el placer. La serotonina es un neurotransmisor que ayuda a regular el sueño y el apetito, a mediar los estados de ánimo e inhibir el dolor. El 95% aproximadamente de la serotonina se produce en el tracto gastrointestinal y este está cubierto con millones de células nerviosas, por lo que el sistema digestivo no solo ayuda a digerir los alimentos, sino que está íntimamente relacionado con las emociones. Si pensamos en las-os bebés, antes de que miles de factores influyan su relación con la comida, pueden experimentar dolor en forma de hambre y buscan placer a través de la alimentación. A medida que las personas vamos creciendo, las emociones van siendo más complejas y durante el desarrollo hemos podido aprender que la comida puede proporcionar placer; y la relación con la alimentación va más allá de la nutrición. La conexión emocional con la alimentación existe, de hecho, es imposible “desconectar” la alimentación de la parte emocional.

La alimentación nos conecta con nosotras-os-es mismas-os-es y con las demás personas. ¿Recuerdas el olor de la comida de cuando ibas a casa de una persona querida? ¿y la comida preferida de tu infancia? La alimentación y la comida es fundamental para nuestra identidad relacionándose con la diversidad, las costumbres culturales, los hábitos, el gusto y los deseos; y más allá de la propia(s) identidad(es), la alimentación es un componente central en el sentido de pertenencia colectiva.

Laura Rodríguez-Mondragón

Psicóloga en Nara Psicología

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